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Reportaje:

El 'calcio' se queda sin redentor

Guido Rossi, encargado de limpiar el fútbol italiano, dimite y alerta en su adiós de que "no se dan las condiciones para el saneamiento"

Enric González

Guido Rossi, el hombre al que Italia confió la misión de sanear un fútbol corrupto, presentó ayer su dimisión irrevocable. Rossi fue nombrado el pasado viernes presidente de la compañía de telecomunicaciones Telecom, la mayor empresa del país, envuelta también en una grave crisis, y el Comité Olímpico consideró que el prestigioso gestor no podía compatibilizar ambas misiones. Rossi tuvo que irse, pero dejó un breve testamento envenenado, en el que decía lo siguiente: "No se dan las condiciones para poder continuar el trabajo de saneamiento".

Gianni Petrucci, presidente del Comité Olímpico (órgano supremo del deporte profesional italiano), aseguró de inmediato que la despedida de Rossi no implicaba "ningún tipo de desconfianza" hacia él y que en los estamentos futbolísticos no existía "ninguna voluntad de dar carpetazo" al escándalo por amaño de resultados que sacudió al calcio en mayo pasado, con la consecuencia del descenso a la Serie B de la Juve y penalizaciones a Milan, Lazio y Fiorentina.

En realidad, el calcio celebró la despedida de Guido Rossi. Los dirigentes de la federación y los clubes siempre soportaron mal su empeño en renovar todas las estructuras y en cambiar las normas de funcionamiento. Tampoco entendieron que tras la victoria en el Mundial no hubiera una amnistía, o al menos un indulto. Si se hizo tras el éxito de la selección campeona en España en 1982, decían, ¿por qué no en 2006?

Rossi fue convenciéndose poco a poco de que casi nadie, en los despachos del calcio, tenía conciencia de haber obrado mal. La distancia entre el zar y los dirigentes tradicionales creció hasta hacerse insalvable. La crisis de Telecom y el pluriempleo de Rossi fueron la excusa perfecta para librarse de un gestor demasiado honesto e inflexible como para encajar en el mundillo del fútbol. Rossi, abogado, profesor universitario y uno de los gestores empresariales más prestigiosos de Europa, asumió todos los poderes sobre el calcio el 16 de mayo. Su primera decisión fue la de confirmar a Lippi como seleccionador, pese a la campaña de prensa en su contra, y luego llamó al fiscal jubilado Francesco Borrelli, el que desde 1992 dirigió la operación Manos Limpias contra la corrupción política, para que investigara los fraudes en el fútbol italiano.

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