El Papa pide perdón por sus palabras sobre el islam y la violencia
El secretario de Estado vaticano afirma que no quiso "ofender a la sensibilidad" islámica
Benedicto XVI ofreció ayer sus excusas, o algo muy parecido, al mundo islámico. El secretario de Estado y número dos del Vaticano, cardenal Tarcisio Bertone, declaró que el Papa "lamentaba vivamente" que algunas de sus frases sobre el islam y la violencia hubieran "podido resultar ofensivas a la sensibilidad de los creyentes musulmanes" y subrayó "el respeto y la estima" del Pontífice hacia "quienes profesan el islam".
La tormenta, sin embargo, no amainó. Un grupo terrorista iraquí prometió atentados en Roma, el rey de Marruecos llamó a consultas a su embajador ante la Santa Sede y el presidente de Irán exigió al Papa que corrigiera "rápidamente sus errores". Joseph Ratzinger dejó muy claro, en cuanto accedió a la Cátedra de San Pedro, que su pontificado sería menos "político" que el de su antecesor Karol Wojtyla. A Ratzinger le interesaban poco la geopolítica y la diplomacia, y mucho el Evangelio y la difusión de una fe cristiana dogmáticamente pura. Como prueba de sus intenciones, rompió una tradición según la cual el cargo de secretario de Estado (la jefatura del Gobierno vaticano) debía ser ocupado por un antiguo alumno de la escuela diplomática pontificia. Y nombró al cardenal Tarcisio Bertone, que fue su "mano derecha" en la Congregación para la Defensa de la Fe, un hombre que, como el propio Papa, daba mucha más importancia a la oración que a las negociaciones. Resultó hasta cierto punto irónico que la primera gran intervención pública del cardenal Bertone como secretario de Estado, tras la toma de posesión celebrada el viernes, resultara estrictamente política y diplomática. El objetivo consistía en calmar los ánimos musulmanes, enfebrecidos en las mezquitas contra algunos pasajes de una lección magistral pronunciada el jueves por el Papa en la Universidad de Ratisbona. Benedicto XVI, citando al emperador bizantino Manuel II Paleólogo, hizo referencia a los orígenes violentos de la expansión del islam. Ayer, tras dos jornadas de crisis entre el jefe del catolicismo y los líderes políticos y religiosos islámicos, a Bertone le tocó tragar saliva y, en nombre del Papa, pedir excusas.
El mensaje del secretario de Estado llegó hasta donde podía llegar sin que el gesto supusiera una autohumillación por parte del pontífice romano. Benedicto XVI, dijo Bertone, lamentaba "vivamente que algunos pasajes de su discurso hubieran podido resultar ofensivos a la sensibilidad de los creyentes musulmanes y fueran interpretados de un modo que en absoluto se correspondía con sus intenciones". Ratzinger sólo quería, según el secretario de Estado, abordar "el tema de la relación entre religión y violencia en general y concluir con un rechazo claro y radical de las motivaciones religiosas de la violencia". El Papa deseaba que se aclarara el malentendido y que fuera "superado pronto este momento no fácil".
Para Fawzi al Zafzaf, presidente del comité para el diálogo interreligioso de Al Azhar, de El Cairo, máximo centro teológico del islam suní, la declaración de Bertone no fue suficiente. Al Zafzaf acusó al Papa de haber utilizado "palabras premeditadas" en Ratisbona y mantuvo la exigencia de una presentación de excusas "personal y directa".
Hezbolá emitió desde Beirut un comunicado en el que invitó al Vaticano a "reexaminar su posición sobre el islam". El ministro de Exteriores de Palestina, Mahmu Zahar, dirigente de Hamás, dijo que el Papa había hablado de forma "irresponsable". El gran muftí de Arabia Saudí, Abdelaziz el Sheij, acusó al Papa de "proferir mentiras". El presidente iraní, Mahmud Ahmadineyad, lamentó los presuntos "intentos de distorsionar el islam, la religión más bella y perfecta, única vía para la salvación". Y el rey Mohamed VI de Marruecos envió al Vaticano un mensaje de protesta oficial y llamó a consultas a su embajador ante la Santa Sede. Incluso The New York Times, en un comentario de primera página, afirmó que las palabras del Papa sobre violencia e islam habían sido "trágicas y peligrosas".
Todo ello se combinó con manifestaciones de protesta en diversos países musulmanes y con algunas acciones violentas que no causaron víctimas, como el lanzamiento de cócteles molotov contra dos iglesias cristianas (una católica y otra anglicana) en Cisjordania. El grupo terrorista iraquí Jaiech al Muyahidin, responsable de varios atentados contra las fuerzas de ocupación estadounidenses, publicó en Internet un comunicado amenazante: "Juramos destruir las cruces en el corazón de Roma, no descansaremos hasta que vuestros tronos y vuestras cruces sean destruidos".
Lo más problemático para un Papa que no quería hacer política fue probablemente la repercusión de sus palabras en Turquía, un país que tenía previsto visitar a finales de noviembre, en su primer viaje oficial a un país no católico. El Ministerio de Exteriores de Ankara aseguró que Benedicto XVI viajaría a Turquía del 28 al 30 de noviembre, "según el programa previsto". Pero el primer ministro, Recep Tayyip Erdogan, tildó las palabras del Papa de "malvadas e inoportunas" y condenó personalmente a Ratzinger por haber hablado "como un político, no como un hombre de religión".
La propia jerarquía católica turca empezó a considerar la posibilidad de suspender el viaje. Monseñor Luigi Padovese, vicario apostólico y vicepresidente de la Conferencia Episcopal turca, anunció que los obispos se reunirían hoy lunes para reexaminar la visita papal a la luz del "nuevo clima" imperante en el país. "La política turca está cambiando, en parte por las dificultades con que topan las negociaciones para su adhesión a la UE", declaró monseñor Padovese.
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