La guerra mediática
Los primeros días de la guerra de Líbano se difundieron las imágenes a través de Internet, casi como una forma de protesta. Creíamos que Israel no iba a dejar que las evidencias del oprobio aparecieran en los medios, y para los que nos oponíamos a la barbarie era importante darlas a conocer. Pero, sorprendentemente, de inmediato fueron publicándose imágenes en prensa y televisión. A los cadáveres mínimos de los bebés se sumaban cuerpos de adultos calcinados entre la chatarra informe de los vehículos que les permitirían huir. Han sido incluso imágenes más explícitas y abundantes que las ya vistas en Bosnia, Afganistán, Irak, o en tantas otras guerras modernas y mediáticas. Mil imágenes idénticas que han anestesiado nuestra capacidad para rechazar el horror, han silenciado nuestras palabras, nos aterran. La superioridad económica y militar de Israel, a pesar de los errores cometidos, era el mensaje propagandístico que se quería evidenciar en una guerra sin censura para los medios de comunicación. A nosotros, a los ciudadanos del civilizado Occidente, aquellos muertos tan visibles nos parecen lejanos, es más conveniente comprender al vencedor. De todas formas, hemos ido a restablecer cierto equilibrio entre las partes. Deseo fervientemente que no sea así, pero cuando tengamos "bajas" en esa guerra, estoy seguro de que enterraremos a nuestros soldados en silencio, sin la imagen de su muerte.
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