El misterio de Helguera
El club prefiere pagar al jugador cuatro millones anuales por no hacer nada antes que convocarle
A la media hora del partido que el Madrid disputó en Lyon el miércoles pasado, el técnico, Fabio Capello, no sabía cómo hacer para echar el cerrojo. El Lyon ganaba por 2-0 y sus jugadores seguían presentándose ante Casillas para dispararle con ritmo rutinario. Fred, Reveillère, Tiago, Govou y Malouda aparecían solos y nadie les quitaba la pelota. Algunos hasta se veían confundidos por la facilidad con que les sucedía todo. En plena crisis, Capello se volvió a su banquillo con un ademán nervioso. ¿Había solución? Por si acaso, mandó calentarse a Raúl Bravo.
Ningún jugador de la plantilla del Madrid ha tenido más facilidades para renovar su contrato que Bravo. Finalizaba su relación la próxima temporada, pero el pasado agosto el club anunció que le había prolongado el contrato hasta 2009. A Iván Helguera, el defensa que más minutos ha jugado con la camiseta blanca en los últimos siete años, le pasa justamente al revés. La entidad quiere echarle a pesar de que le renovó el compromiso contractual hace ocho meses.
A diferencia de Bravo, que no fue titular en ningún equipo campeón, Helguera levantó dos Ligas y dos Copas de Europa.Pero Florentino Pérez, el ex presidente, le renovó a regañadientes el pasado enero después de darle largas durante un año. Le firmó un contrato por tres temporadas, con un sueldo de cuatro millones de euros anuales, según el club. Temeroso de que Helguera se marchase libre en junio, Pérez se dejó llevar por su olfato político más que por las recomendaciones de Emilio Butragueño, entonces su responsable técnico.
Hoy los responsables del Madrid consideran que Helguera está "fuera del equipo". "Búscate club", le dijo Mijatovic en agosto; "aquí no jugarás". En un gesto simbólico, equivalente a despojar a un trabajador de su antigüedad, Helguera fue desposeído de su dorsal, el seis. El club decidió dárselo al francés Diarra. Al parecer, desde la dirección deportiva se ha resuelto presionar a Helguera para que renuncie y, de ese modo, no tener que pagarle los tres años de indemnización prescriptivos.
Helguera no accedió. Desestimó las ofertas del Racing y el Bolton porque, según el Madrid, no le pagaban el mismo sueldo que consta en su contrato actual. Para sorpresa del presidente, Ramón Calderón, incluso resolvió no pedir ni la carta de libertad, que el club asegura que le habría dado de buen grado. Lo hizo en el último momento, en la noche del 31 de agosto, cuando se cerró el mercado de fichajes. Entonces, Helguera abandonó la ciudad deportiva de Valdebebas, tras la práctica vespertina, prorrumpiendo en una autoafirmación rabiosa: "¡Soy jugador del Madrid! ¡Soy jugador del Madrid!".
Mientras tanto, Capello ha pedido que le fichen un central de jerarquía y ha despreciado al cántabro poniéndole a entrenarse con los juveniles. El club prefiere pagarle por no hacer nada antes que utilizarle. Helguera responde con la misma moneda: prefiere cobrar sin jugar antes que renunciar a sus derechos laborales. Se aferra a los entrenamientos porque sabe que, por ley, el club está obligado a permitirle realizarlos con el resto de la plantilla. "Debería estar feliz de poder entrenarse", dice Capello, amenazante.
Helguera está convencido de que nunca entrará en una convocatoria. Sin embargo, decidió que su lugar es Valdebebas y allí se ejercita alimentando el misterio. Aunque Capello pudo convocarlo para ir a Lyón, no lo hizo. Su hombre elegido, y el elegido por el club, al parecer, es Bravo.
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