Lo cañí salta a la pasarela

La tercera y larga jornada de la Semana de la Moda empezó con un desfile de Manuel Fernández para Gabriel Seguí Peleteros. La moda Llombai salta a la pasarela de la mano del controvertido diseñador de Benidorm. La colección es coherente pero no muy variada, generosa en su riesgo por los tejidos empleados. Su debú con la piel calibra sus capacidades. Una propuesta en la que el vestido para mujeres poderosas cobra un cierto protagonismo, pero en la que no duda introducir prendas masculinas aptas para una masculinidad especulativa. Un trabajo que recoge la admiración que siente Manu Fernández por las heroínas cinematográficas.

Por la tarde, Carlos Haro con la colección Souvenir se decantó por un conglomerado de tópicos raciales de difícil digestión. Una ofuscación en lo decorativo y en la España más castiza, mucho recurso y poca sustancia: volantes de faralaes, zapatos de un españolismo subido, toreras plateadas con bordados de inspiración flamenca, faldas asimétricas imposibles y echando capotes a un público entregado que no encontraba la ironía en la colección. Si es que la hubiera. Más caña cañí parecía pedir una audiencia volcada con el desfile-performance. Joselito, el ruiseñor, o Concha Márquez Piquer, pusieron la música.

Matilda llenó la pasarela con un desfile ligerito e instantáneo. Theo Garrido y Julio Díaz incidieron en el juego de lo elegantemente convencional. Muchos volúmenes (a veces desmesurados), boleros, plisados, faldas con fuelles o con tablas.

Cerró Álex Vidal con un proyecto muy de él: desde el punto de partida e inspiración de abullonar todas las prendas. El diseñador ha realizado un ejercicio de reescribir el glamour y el lujo. Vestidos cocktail, formas geométricas, cortes entallados, prendas de inspiración tribal, y unas incursiones al armario masculino que no han sorprendido mucho tras haber vestido a los jugadores del Valencia CF. La alcaldesa Rita Barberá, diversas autoridades y los futbolistas le arroparon Las fuerzas vivas del trend-setting.