Un largo viaje de Bilbao a Tinduf
255 niños saharauis duermen en un frontón tras no presentarse su avión
El previsto viaje en avión se convirtió en una aventura. Eso han vivido 255 niños y niñas saharauis de 7 a 14 años que en la noche del sábado tenían que haber partido desde el aeropuerto de Bilbao (sito en el término municipal de Loiu) hacia los campos de refugiados de Tinduf, en Argelia. El avión de las aerolíneas argelinas que debía trasladarles no se presentó, al parecer por una avería, y el grupo de menores tuvo que dormir en un frontón de Loiu y pasar casi todo el domingo en un polideportivo de la cercana localidad de Getxo jugando con voluntarios de la Cruz Roja. Los menores embarcaron finalmente en el avión hacia Argelia alrededor de la medianoche.
Como otros años, los niños se habían despedido de sus familias de acogida entre tristes e ilusionados. Tras pasar dos meses de verano en el País Vasco, regresaban con los suyos. Los menores facturaron sus equipajes a las siete de la tarde del sábado y pasaron a la zona de embarque. Seis horas después hacían el recorrido inverso al no presentarse su vuelo de Air Algerie.
"No nos importa dormir en el suelo. En el Sáhara dormimos así", dicen los pequeños
El dispositivo de ayuda se organizó rápidamente. El servicio de emergencias SOS Deiak, dependiente de la consería vasca de Interior, coordinó a la DYA y a Cruz Roja para buscar acomodo a los menores. El grupo fue trasladado por turnos hasta el frontón de Loiu, donde se aprestaron a pasar la noche, con mantas en el suelo y las mochilas de almohadas. "No nos importa dormir en el suelo. En el Sáhara dormimos así", comentaban algunos pequeños. Para cuando todos estuvieron acomodados eran ya las cuatro de la madrugada.
"Hubo un poco de juerga, claro. No podían volver con nosotros a casa, porque la delegación del Frente Polisario ya se había hecho cargo de ellos y ya no estaban bajo nuestra responsabilidad. Técnicamente era como si hubieran embarcado", explica Julio San Román, de la Asociación Pro Sáhara de Getxo y padre de acogida por segundo año consecutivo de Jidha, una niña de ocho años.
Muy cansados, los niños no pudieron dormir mucho. A las siete y media de la mañana les despertó la campana de la iglesia de Loiu. Su desayuno lo donó Eroski, y de nuevo, subieron a varios autobuses para ir a un lugar que reunía mejores condiciones: el polideportivo de Fadura, en Getxo.
Allí acudieron más padres de acogida, que se habían enterado de lo sucedido por la radio. "Somos de Tolosa, y dejamos al niño en un autobús a las cinco de la tarde. Esta mañana nos hemos enterado de que no habían salido y aquí estamos para ayudar en lo que haga falta", dijo Ander, quien resumió el sentimiento de las familias presentes: "Al fin y al cabo, son nuestros hijos".
La mañana en el polideportivo discurrió en dos ambientes. Dentro, los niños jugaban en grupos, coordinados por monitores de Cruz Roja. Fuera, sus padres de acogida intentaban nerviosos entrar a verles. "Entendemos que es muy complicado organizativamente, pero queremos ayudar", repetía Ander. Para Amaia la mayor procupación era la comida. "Podemos preparar bocadillos, repartirlos", decía. Al final, lograron entrar por turnos y ver a los pequeños.
"Están estupendamente, no han dejado de jugar. Son niños y tienen mucha energía. Para cenar les vamos a preparar una paella. Que cenen caliente y bien. Además, como imaginamos que en el avión no les darán nada, se llevarán unos sandwiches", indicó un portavoz de Protección Civil.
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