Peatones fuera

La pasada semana esta sección trataba de la ocupación del espacio público por particulares. De los tres casos que se exponían (un gimnasio en Sarrià y dos empresas de motos en el Eixample), el primero fue solucionado con rapidez. La caseta que ocupaba irregularmente la acera despareció en un tris. Con las motos la cosa ha sido distinta. Allí siguen y el distrito dice que hay tantos casos que no da abasto. Este diario quiso saber cuántas multas se habían puesto por esas ocupaciones irregulares. El distrito dice que no lo sabe. ¡Desde hace dos semanas!

La aparición del artículo ha generado un aluvión de comunicaciones con casos similares y un elemento en común: la ocupación del espacio reservado a los peatones. Hace unos años, los críos podían jugar en la calle. Los vehículos de motor los expulsaron de ahí y recluyeron a todo el mundo en aceras muchas veces angostas. Ahora están siendo expulsados incluso de las aceras con la aquiescencia del gobierno municipal. Entre las quejas llegadas en la última semana hay ocupaciones por obras, depósitos de material de todo tipo, floristerías que se apropian de metros enteros, coches y furgonetas, muescas en las aceras para instalar contenedores de basura, carriles para bicicletas pintados a lo largo de espacios supuestamente peatonales.

Montse B. se había dirigido a este diario para quejarse de la invasión por motos y coches en la zona peatonal de la barcelonesa calle de Séneca. Preguntado el distriro respondió que con el follón que hay en Gràcia, la calle de Séneca no es prioritaria, por razonables que sean las quejas de vecinos. ¿Para qué se hace peatonal una calle si no se impide el acceso de los vehículos? Montse B. sostiene que se ha convertido en un aparcamientos de motos y, a veces, también de coches que incluso mueven unas jardineras que barran el paso.

El jueves se produjo, precisamente en esa calle, un incendio que costó la vida a una persona. Montse B., vecina y testigo de los hechos, lo contaba el día de autos: "Esta mañana a las 7.45 se han presentado en nuestro tramo de calle cuatro dotaciones de bomberos y una ambulancia. Ha habido un incendio (con desalojo de vecinos y un muerto) en el número 19, que es una casa de siete plantas con ático y sobreático y cuatro puertas por rellano. El ajetreo ha sido importante. Pues bien, en la calle había (indebidamente) aparcadas ocho motos (ahora hay 16). Dos han tenido que ser derribadas porque impedían el paso de la ambulancia".

No parece que cale la idea de que el espacio del peatón debe ser respetado pese a que todo el mundo es peatón en algún momento. Y el Ayuntamiento de Barcelona tampoco insiste en la defensa del espacio peatonal. Algunas aceras no son sólo aparcamientos, es que las motos circulan por ella y deprisa, increpando incluso a los peatones que se interponen en su paso. Manuel G., una de las personas que se ha dirigido a este diario, aclara: "Cuando criticamos estos comportamientos nos dicen que estamos contra las motos. No es verdad. Estamos contra el uso incívico de la moto o de las escopetas de feria". A veces, el municipio actúa. Sarrià forzó la supresión de la caseta de un gimnasio en obras. El del Eixample ha puesto una cinta junto a unas obras del hospital de la Aliança en la calle de París. Las obras ocupan parte de la acera. En el resto había motos. En cambio, este mismo distrito se reconoce incapaz de hacer cumplir la norma a talleres de motos. En Les Corts había dos quejas por ocupación masiva de la acera (junto a un taller y a un centro comercial). El distrito lleva desde el martes averiguando qué pasa. La acera sigue ocupada. En detrimento de los peatones.

La asociación Promoción del Transporte Público ha hecho pública una nota en la que afirma: "La promoción de la motocicleta que ha practicado hasta ahora el Ayuntamiento de Barcelona empieza a aparecer como una operación equivocada que hay que rectificar: elevadas emisiones contaminantes y ruido, elevadísima accidentalidad y elevado incivismo, porque casi la mitad del aparcamiento es ilegal. El uso incívico de la moto en Barcelona perjudica a los ciudadanos, a su salud y a la propia integridad física de los motoristas". Pero el municipio no puede con esto. De modo que se puede concluir con el lema que propone una lectora: Incívicos de Barcelona: uníos, le tenéis comida la moral al Ayuntamiento.

Para quejas en esta sección, dirigirse a catalunya@elpais.es a la atención de Francesc Arroyo.