El triunfo de los detalles
"El psicólogo soy yo, nunca pensamos en llevarnos uno", dice Javier Lozano, 46 años y técnico de la selección de fútbol sala desde 1992. 14 años de triunfos sin dar señales de cansancio. Además de 'psicólogo', el seleccionador organiza todos los detalles de una cita mundial.
"En 2004, viajé a Taipei un par de meses antes del campeonato, para ver los pabellones y los hoteles y probar la comida", afirma. "Me monté en los autobuses que hacen el recorrido del hotel al pabellón en distintos tramos del día, para ver cuánto se tardaba en las horas de punta", explica. Organizado el viaje, el seleccionador planea la preparación.
En 2004 fueron 21 días, con doble sesión de entrenamiento, cuatro amistosos y un día libre cada cinco de trabajo. "Quitarse el chándal es fundamental", asegura Lozano, quien, antes de viaje a China dio tres días libres a los 14 jugadores convocados.
"La primera semana estuvimos en la ciudad deportiva de Las Rosas, la segunda en Torrevieja -para ir acostumbrándonos al clima húmedo de China- y la última en Taipei, donde concluimos el proceso de adaptación", explica. El seleccionador divide la fase de preparación en tres partes: la logística, la emocional y la del compromiso con los jugadores en la que Lozano hace especial hincapié. "A mi no me vale el ordeno y mando", deja claro. Mi objetivo es que hagan las cosas porque se sientan parte del proyecto. Así es como el técnico, no sólo negocia con los jugadores cuándo pueden utilizar el móvil o tomar una cerveza, sino que prepara con ellos los partidos. "Miramos un vídeo y cada uno apunta fortalezas y debilidades", explica "Los oriento para que decidamos juntos la táctica, es para fomentar el grupo", matiza. "Lo puse en práctica en el primer Mundial [1996] y ha funcionado", afirma orgulloso.
Los jugadores -entre los cuales hay varios universitarios y uno con un máster en gestión administrativa de empresas- se llevaron 6.000 euros de prima tras el título mundial. "Aparte de eso, cobraban 600 euros por partidos", señala Lozano quien se llevó a Taipei hasta un cocinero - "había demasiadas especias", dice- y 200 kilos de comida -"¡hicimos unas batallas en el aeropuerto para que no nos requisaran el jamón!", recuerda entre risas-. El técnico coordina también la selección femenina y la sub-21. Trabajo minucioso, ya que en España hay 96.242 licencias. Cuenta con dos equipos de trabajo. Uno compuesto por el cuerpo técnico y médico de la selección que lo ayuda en los análisis de los adversarios en las citas internacionales y otro compuesto por "técnicos de confianza". "Tengo colaboradores por toda España pero no dependen de la federación. Me van pasando informes y yo cojo la información que me dan y la compruebo in situ", concluye.
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