Un método muy polémico

La muestra A de la orina de Marion Jones dice que en su cuerpo hay eritoproyetina, EPO, una sustancia que aumenta el número de glóbulos rojos en la sangre, la cantidad de oxígeno en el cuerpo, la capacidad de resistencia y entrenamiento. La muestra B de la orina de Marion Jones dice que no hay EPO en su cuerpo, que no se dopó, que está limpia. ¿Cómo es posible? Pues utilizando un método de detección polémico, que se empezó a usar en los Juegos de Sydney 2000 y que ya ha obligado a limpiar el nombre de varios deportistas que, según sus resultados, habían dado positivo por EPO. "Es un método fiable pero muy complicado, largo y manual", explica Jordi Segura, director del laboratorio antidopaje de Barcelona. "Dura casi tres días y lo componen entre 160 y 170 pasos que se hacen de manera manual. Es muy difícil. Sólo con que uno de esos pasos se haga mal se altera el resultado y no se cumplen los criterios de calidad de la Agencia Mundial Antidopaje, que son muy claros. Siempre se aplica al atleta el beneficio de la duda", argumenta.

Los críticos con el método de detección de la EPO, encabezados por el hematólogo Marc Boogaerts, de la Universidad de Lovaina, argumentan que varios de los agentes reactivos utilizados no son totalmente específicos de la EPO y tienen tendencia a captar también otras proteínas. El problema: la EPO recombinante, que es exógena, fabricada, dopaje y trampa, tiene la misma secuencia de aminoácidos que la EPO humana natural, una hormona endógena y, evidentemente, legal. Más dificultades: "En los análisis de EPO se valora una imagen", explica Segura. "No es un test como el de los anabolizantes, en el que si hay un pico hay positivo. Con la EPO hay un margen de interpretación, subjetivo, y se intenta que no se aplique en perjuicio del atleta: cualquier desviación pequeña hace que no se cumplan los criterios. En el caso de Jones, puede que la imagen haya sido altamente sospechosa pero no haya cumplido todos los criterios".

La claridad es la clave. En la primavera de 2005, la AMA cambió sus criterios: los hizo más restrictivos y más exigentes para declarar un positivo por EPO. El objetivo: asegurarse de que los resultados eran absolutamente fiables. Antes hubo casos de atletas rehabilitados porque el análisis de la segunda muestra de su orina no había refrendado el positivo de la primera. Bernard Lagat, el gran rival de Hicham El Guerrouj en los 1.500 metros, reclamó 500.000 dólares de indemnización a la Federación Internacional de Atletismo tras perderse los Mundiales de París 2003 y otras pruebas por un positivo fallido. El proceso contra los triatletas Virginia Berasategui e Iban Rodríguez, positivos en el Ironman de Lanzarote en mayo de 2005, fue sobreseído por orden del Consejo Superior de Deportes, según fuentes de la Federación de Triatlón, ya que habían dado positivo antes del cambio de criterio de la AMA. Además, de los más de 40 ciclistas que han dado positivo por EPO en los últimos 5 años, Hamburger, Strazzer y el español Llaneras, entre otros, han visto suspendidas sus sanciones al convencer a las autoridades de que el método es cuestionable. Con el mismo argumento, entre carteles en los que se leía "fuera los tramposos", Olga Yegorova ganó el oro en los 5.000 durante los Mundiales de 2001.