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Sarkozy propone crear un servicio cívico obligatorio de 6 meses

El ministro del Interior francés pide a los jóvenes que apoyen su proyecto de ruptura

El ministro del Interior francés, Nicolas Sarkozy, el más que probable candidato de la derecha a la presidencia de Francia la próxima primavera, es partidario de una ruptura radical con el pasado. En Marsella, ante cientos de jóvenes de la Unión por un Movimiento Popular (UMP), Sarkozy -que es presidente del partido- pronunció un discurso de casi una hora, vibrante, en contra del modelo actual de sociedad y la forma de hacer política. Y propuso la creación de un servicio cívico obligatorio de seis meses.

La intervención de Sarkozy tuvo reminiscencias kennedianas, en el sentido de que lo importante no es lo que el Estado puede hacer por el ciudadano, sino lo que cada francés puede hacer por su país.

Presionado por la aceleración de una campaña electoral que no ha esperado ni a la llegada del otoño para tomar una inesperada intensidad, Sarkozy desoyó ayer los consejos que, en el mismo escenario, le había dado el viernes el primer ministro, Dominique de Villepin, y se lanzó a exponer su proyecto político rupturista ante miles de jóvenes participantes en la universidad de verano del partido.

Al presidente de la UMP no le importa que le echen en cara la contradicción que supone ser el número dos del Gobierno y defender un programa que descalifica, no solo sus prácticas, sino también sus objetivos. Así, ante una audiencia entregada, Sarkozy propugnó: "Una ruptura en nuestros comportamientos, una ruptura en nuestros métodos y una ruptura en nuestra manera de entender el debate de las ideas".

Tras darse un paseo por la historia de Francia, recordar cuántas de sus gestas fueron realizadas por jóvenes -desde los generales de Napoleón hasta los héroes de la Resistencia-, citar a todos los presidentes de la V República menos al actual, Jacques Chirac, Sarkozy entró de lleno en uno de sus temas favoritos: revalorizar la cultura del trabajo y del esfuerzo para "reinventar la República" bajo el signo del "mérito". "No hay derechos sin obligaciones", les dijo a los jóvenes, y aprovechó para descalificar a la generación de 1968, a la que atribuye los males del presente. Los culpables de este desaguisado surgido del mayo del 68 no son otros, según Sarkozy, que los socialistas, "herederos" de aquella revolución que "dilapidó la herencia" de sus antecesores e impuso "una inversión de valores y un pensamiento único del que los jóvenes actuales son las principales víctimas". La sociedad subvencionada, en la que el éxito es castigado y el igualitarismo castra cualquier iniciativa, no sería sino el resultado final del giro copernicano que aquella utopía imprimió en la sociedad francesa.

Así, Sarkozy no se privó de citar a los viejos líderes socialistas, como Jean Jaurès o Léon Blum, defensores de la cultura del esfuerzo y de los méritos del trabajo, para asegurar que Lionel Jospin y Ségolène Royal son traidores a su causa. "Quiero una Francia en la que los alumnos se pongan en pie cuando el profesor entra en clase", dijo. Entre las medidas concretas propuestas ayer por Sarkozy figura la creación de un "servicio ciudadano" obligatorio de seis meses para los jóvenes de entre 18 y 30 años, para realizar trabajos de interés general en Francia o en el extranjero. Buena parte de su discurso lo dedicó a analizar el sistema educativo francés y a reivindicar el concepto de "excelencia".

El presidente de la UMP se mostró partidario de poner las bases de "un nuevo humanismo" y no olvidó la preservación del medio ambiente. Para salvar un planeta "que se asfixia", Sarkozy sugiere implantar un derecho internacional del medio ambiente, con las mismas prerrogativas que el derecho al libre comercio, y una fiscalidad que grave la contaminación y responsabilice a las grandes empresas de los delitos ecológicos que cometan sus filiales.

Nicolas Sarkozy abraza al cantante Johnny Hallyday durante la reunión del partido conservador UMP en Marsella.
Nicolas Sarkozy abraza al cantante Johnny Hallyday durante la reunión del partido conservador UMP en Marsella.EFE

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