"Al profesional español le cuesta ser autocrítico"

A finales del siglo XVIII el filósofo alemán Immanuel Kant afirmó: "Tan sólo por la educación puede el hombre llegar a ser hombre. El hombre no es más que lo que la educación hace de él". Pasan los siglos, pero esta afirmación cada vez goza de mayor actualidad. En el ámbito de la empresa, por ejemplo, la formación está empezando a dar un salto cuantitativo y cualitativo. Gracias a la creación del modelo de formación continua -la antigua Forcem-, que en España cuenta con un presupuesto de alrededor de 1.200 millones de euros, han proliferado empresas destinadas a enseñar a los trabajadores cómo mejorar sus relaciones interprofesionales, así como sus ratios de productividad.

Una de las más reconocidas es el Instituto de Formación Avanzada (INFOVA), que imparte cursos a unas 8.000 personas al año sobre liderazgo, trabajo en equipo y gestión del cambio, entre otros. Para ello, cuenta con un grupo de 12 formadores, los cuales proceden de ramas tan diferentes como la psicología, la medicina, la abogacía o la ingeniería. Después de nueve años de andadura profesional, esta empresa cuenta con más de 80 clientes, algunos tan importantes como Telefónica, Vodafone, Deutsche Bank, Mitsubishi o Carrefour. Su director general, Gonzalo Martínez de Miguel (Málaga, 1965), asegura que "para ser un buen profesional primero se tiene que ser una buena persona". Y esta virtud, como tantas otras, "suele surgir cuando uno se conoce a sí mismo con profundidad".

"Está demostrado que las personas que no tienen una profunda conciencia de sí mismas ni de quienes les rodean son pésimos jefes"

Pregunta. ¿Cuáles son las principales carencias de los trabajadores españoles?

Respuesta. En general son muy poco maduros y esto les condiciona profesionalmente. Se necesita formarlos para que sean más consistentes emocionalmente. Durante nuestros cursos, por ejemplo, es muy frecuente verlos reaccionar exageradamente ante según que críticas. En vez de aceptarlas y comenzar a trabajar sobre sí mismos para perfeccionarse, suelen negar la validez del proceso, desacreditando al formador que está intentando ayudarles a desarrollarse como personas.

P. ¿A qué se deben este tipo de reacciones?

R. Principalmente, estas reacciones de negación ante la evidencia se producen porque a los profesionales españoles les cuesta ser autocríticos. Y es curioso, porque suelen ser muy críticos con sus compañeros y con sus jefes, pero nunca consigo mismos. Este victimismo lo tratamos bastante en nuestros cursos. Y es que cuando una persona se queja constantemente de sus circunstancias acaba perdiendo toda perspectiva, toda noción de la realidad...

P. ¿Qué importancia tiene la psicología en este proceso?

R. Mucha. En el caso de personas que asumen puestos de liderazgo, cuanto más y mejor conozcan al ser humano, más fácil les resultará comprenderlo. En este sentido, la comprensión es clave para empatizar con los colaboradores con los que trabajas... Está demostrado que las personas que no tienen una profunda conciencia de sí mismos ni de quienes les rodean son pésimos jefes. Pero volvemos a lo mismo: estos profesionales son los que suelen echar la culpa de sus errores a los demás.

P. ¿Cómo se hace para que la formación recibida permanezca en el tiempo?

R. Esto se consigue viviendo el aprendizaje. Y es que la única formación valiosa es la que procede de la experiencia. Lo que se vive nunca se olvida. Por eso creemos mucho en las actividades realizadas outdoor... Además de explicar a un grupo de personas qué es lo que pueden hacer para mejorar, se les pone a prueba directamente, estableciendo una serie de objetivos que obligan a los individuos a sacar lo mejor de sí mismos, tanto física como psíquicamente. Al tomar conciencia de lo que son capaces de hacer recuperan la autoestima perdida.

P. ¿Y qué provecho saca la empresa de todo esto?

R. En un mundo cada vez más competitivo, la formación de los trabajadores es lo que al final genera el valor añadido que diferencia tus productos o tus servicios de los de tus competidores. Y eso es algo que nunca se podrá copiar.