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Análisis:A LA PARRILLA
Análisis
Exposición didáctica de ideas, conjeturas o hipótesis, a partir de unos hechos de actualidad comprobados —no necesariamente del día— que se reflejan en el propio texto. Excluye los juicios de valor y se aproxima más al género de opinión, pero se diferencia de él en que no juzga ni pronostica, sino que sólo formula hipótesis, ofrece explicaciones argumentadas y pone en relación datos dispersos

Esto no es una isla

Una isla remota, ignorada por la cartografía. De preferencia, con una vegetación paradisíaca. Con agua potable. Y un puñado de náufragos. Ingredientes suficientes para desarrollar casi cualquier tipo de argumento. La primera temporada de Perdidos tuvo ese punto de partida, pero de inmediato se desmarcó de las historias al uso. No sólo porque combinaba aventura, misterio, acción, intensas historias personales y hasta paranormales -sin caer en la obviedad de los efectos especiales-, sino porque proponía una complejísima estructura narrativa que funciona como un mecanismo de relojería. En cada capítulo se han ido soltando, como ácidas gotas de verdad, las pistas de una especie de confabulación total, omnisciente, en la que nada, ni lo más insignificante, parece ser gratuito.

Después de una espera incomprensiblemente larga está a punto de estrenarse en TVE la segunda temporada de Perdidos (el 13 de septiembre), a falta de que Fox emita la próxima semana el último capítulo de ésta. Hay quienes opinan que en la segunda temporada decae el interés de la aventura de los supervivientes del vuelo 815. Que aparecen demasiados personajes salidos de la nada, que ya no hay quien la entienda. Después de verla completa, no puedo estar más en desacuerdo con esas opiniones. Evidentemente, no es una de esas series de situación en las que se pueden ver los capítulos individualmente. Tiene más que ver con el rompecabezas de Matrix o con la caverna de Platón (con sus prisioneros atados creyendo que las sombras que vienen de fuera son la realidad) que con la isla de Robinson Crusoe.

Puede que todos sean simples cobayas en un experimento sin sentido, y que al final de todo oigamos los aplausos de un público que ha estado viendo este mundo simulado, como en El show de Truman, o que venza el gobierno de lo esotérico. La segunda temporada termina de forma aún más inquietante que la primera. Fuera de Perdidos, casi todas las otras ficciones se hacen previsibles. ¿Es así como se hace uno friqui?

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