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Reportaje:

Jugando con el vendaval

El 'windsurf' y otros deportes náuticos mueven a una tribu de seguidores en Cádiz

Las predicciones meteorológicas anuncian Levante de moderado a fuerte para los próximos días en el litoral gaditano. El pronóstico, una tortura para quienes ven sus pocos días de playa frustrados por el viento, es la promesa de horas de diversión para los aficionados al windsurf. Con una tribu de seguidores cada vez más numerosa y variada, este deporte ha pasado de pasatiempo de privilegiados extravagantes a asignatura en las escuelas municipales.

Fernando Martínez, un portuense de 29 años que ostenta el título de campeón de España, explica la clave del éxito. "El windsurf no es como el fútbol, con un campo igual todos los días. Aquí el mar y el viento cambian, no sabes cómo los vas a encontrar".

La costa gaditana está entre los mejores campos de entrenamiento para este deporte. Cádiz -y sobre todo las playas de Tarifa- es un centro fundamental del windsurf al mismo nivel que las costas hawaiana y portuguesa. Los equipos de competición ingleses, franceses o polacos se concentran en invierno en la provincia para aprovechar las buenas condiciones climáticas y la variedad de vientos que soplan.

El campeón Fernando Martínez comenzó a navegar a los 12 años. Si las aspiraciones son más modestas, no se necesitan tantos años de entrenamiento. Las escuelas han proliferado en la costa gaditana y para hacerse con la tabla basta un cursillo de iniciación de una o dos semanas.

Los centros añaden desde hace algunos años nuevas especialidades, como el kitesurf o kiteboarding, que consiste en navegar sobre una tabla sujeta mediante arneses a una cometa. La gaditana Ainhoa García, de 31 años, es campeona mundial en la modalidad de olas, tercera en freestyle y directora de la escuela Why Not Fly. "La mitad de las personas que vienen a nuestros cursos han practicado antes surf, escalada... Otros no han hecho deporte en su vida", explica.

En verano, casi todos los alumnos acuden a la escuela atraídos por la novedad. La mayoría son turistas madrileños que quieren probar nuevas sensaciones. "El kiteboarding es muy espectacular. Resulta cómodo porque el material pesa poco y proporciona muchas sensaciones: puedes volar o surfear sobre las olas", comenta la directora de la escuela.

La fiebre de las cometas comenzó en 2001 y se disparó en 2004. Ese año se abrió en Cádiz la escuela municipal Off Shore, dedicada a la enseñanza del surf, el bodyboard y el kitesurf. Es una instalación pionera en Andalucía. Los alumnos son de diversos tipos, desde niños de cinco años a personas mayores. Grupos de discapacitados o de autistas encuentran en estos deportes una nueva forma de relacionarse.

La escuela ha firmado este año un convenio con la Universidad de Cádiz para incluir el surf como deporte universitario. Miguel Rey, de 38 años, es uno de los socios de Off Shore. Explica que la clientela ha aumentado "sensiblemente" y que disponen de material y monitores para atender hasta 60 alumnos al mismo tiempo.

Alrededor de estas escuelas han surgido comercios especializados en tablas, cometas y trajes de neopreno; tiendas de moda; bares y restaurantes; y una amplia oferta de apartamentos de alquiler. Los nuevos visitantes y los prósperos negocios también han llegado a Cádiz arrastrados por el viento.

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