Alonso abrillanta su liderato

Da lo mismo que su coche lleve el mass damper o que no lo lleve, que llueva o que haga sol, que Bridgestone funcione mejor que Michelin. Da igual que Ferrari utilice unas llantas lenticulares y que sus bólidos sean alrededor de un segundo más rápidos que los Renault. A Fernando Alonso todo eso le resbala. El español se sube al coche, se aferra al volante y mantiene durante casi dos horas una concentración a prueba de bombas. Se convierte en un gladiador que se enfrenta a un mundo hostil, como si en cada carrera le fuera la vida. Y esta mentalidad le permite seguir dando zarpazos en un Mundial en el que mantiene un intenso mano a mano nada menos que con el heptacampeón Michael Schumacher.

Ayer en Turquía, el español podía salir muy malparado porque su bólido no estaba en absoluto a la altura de los dos Ferrari, que tenían un pack de neumáticos, aerodinámica y motor mucho más brillante. Sin embargo, su decisión y el poder que le confiere su altísimo nivel de conducción le permitieron concluir en una segunda posición inimaginable tras las primeras vueltas, que amplía incluso un poco más su ventaja al frente de la clasificación del Mundial de pilotos y coloca ya 12 puntos entre él y Schumacher, que ayer acabó tercero, a falta de cuatro carreras. La victoria fue para el brasileño de Ferrari Felipe Massa, que a sus 25 años estrenaba su palmarés, y fue inalcanzable desde la salida.

Sin embargo, incluso el primer triunfo de Massa quedó absolutamente eclipsado por el duelo a muerte que mantuvieron Alonso y Schumacher a partir del segundo repostaje. Cuando el alemán entró en su box por segunda vez iba líder con 5 segundos de ventaja sobre Felipe Massa y 14 sobre el asturiano. Y en el momento en que Schumi se reincorporó a la carrera, el brasileño era líder destacado y el alemán vislumbró como el Renault de Alonso volvía a anticipársele. Ninguno de los tres tenía que pisar de nuevo los boxes. Por tanto, todo lo que se dirimiera debía producirse en la pista. Aunque la distancia entre Alonso y Schumacher era entonces de nueve décimas -casi un segundo-, quedaban 14 vueltas y el alemán no es hombre que renuncie a los retos.

Al contrario. El ataque comenzó de inmediato, con Schumacher restando décimas en cada vuelta y acercándose peligrosamente. El primer ataque frontal se produjo en la vuelta 49: el alemán igualó su coche al de Alonso, pero el español aprovechó su mejor trazada para cerrarle el paso. Luego, el duelo continuó con una exhibición de conducción por ambas partes, con un Alonso estratégico en las curvas que obligaba a frenar a Schumacher para impedir que afrontara las rectas con toda su potencia. Los dos sabían que allí se estaba dirimiendo una parte muy importante del título y ambos ofrecieron lo mejor de sí mismos, conduciendo al límite, acercándose y distanciándose, presionando, pero sin cometer el mínimo error hasta llegar a la línea de meta prácticamente igualados, con una diferencia de milésimas que ni siquiera quedó reflejada en los cronómetros de la televisión -apareció 0.0s.

"Estoy muy contento por el resultado y por el trabajo de todo el equipo", señaló Alonso. "Pero es evidente que debemos ponernos las pilas y mejorar el coche porque los dos Ferrari están bastante por delante de nosotros". A lo largo de la carrera esto se hizo patente. Esta vez la suerte se alió con Alonso, que sacó beneficio de todas las circunstancias que perjudicaron a Schumacher. La primera de ellas, la innecesaria entrada en pista del safety car en la 13ª vuelta -cuando ya se estaba retirando el coche de Liuzzi-, que neutralizó la carrera y redujo a la nada la diferencia de 8,8 segundos que el alemán tenía ya en relación con Alonso. En realidad fue allí donde se decidió la carrera porque los dos Ferrari, entonces primero y segundo, entraron al mismo tiempo en boxes y Schumacher tuvo que esperar a que Massa terminara. Fue demasiado tiempo porque Alonso, que también repostó, salió por delante de Schumacher y llegó a cogerle una ventaja de ocho segundos, cuando el alemán cometió un error, se salió ligeramente de la pista y perdió allí cuatro segundos.

Al final, estas dos circunstancias resultaron determinantes. En otros tiempos, probablemente el que se habría esperado en boxes habría sido Massa y no el heptacampeón y allí mismo se habrían invertido las posiciones de carrera. Pero ahora estas evidencias están prohibidas y muy vigiladas. Por otra parte, tanto Schumacher como Ferrari saben que la carrera del alemán está tocando a su final. Quieren darle el título como despedida, pero han topado con un rival que no da tregua. Los nervios están a flor de piel, y contra Alonso cualquier error, por mínimo que sea, se acaba pagando.