El escudero agradecido
Massa celebra emocionado un triunfo que no entraba en los cálculos de sus rivales
"Gracias a toda la gente que me ha ayudado para llegar hasta aquí", sollozó ayer, muy emocionado, Felipe Massa (São Paulo, 25 de abril de 1981) tras apuntarse su primera victoria en la fórmula 1 en su carrera número 66, la decimocuarta como piloto de Ferrari. "He ganado y he mirado hacia atrás. Cuando comencé con los karts, sabía que sería duro. Pienso en mi padre y en todo lo que he batallado para llegar aquí. Ahora sé que valió la pena", cerró el corredor, de 25 años, con la voz entrecortada.
Fue precisamente al mencionar a su familia cuando Massa se llevó la mano a los ojos para ocultar las lágrimas. No es extraño que se emocionara al acordarse de sus padres, Antonio Luis y Ana, propietarios antaño de una empresa de carrocerías de autocares que quebró cuando su hijo más dinero necesitaba para lanzar su carrera como corredor.
Sauber y Todt fueron los primeros en confiar en el brasileño, que hizo buena su primera 'pole'
Massa comenzó, como la mayoría, en los karts. En 1990, con nueve años, finalizó cuarto el Campeonato Micro-Kart de São Paulo, certamen en el que tomó parte hasta 1998, cuando debutó en la fórmula Chevrolet y logró un quinto puesto en su primera carrera. Al año, consiguió el título y decidió cruzar el océano hasta llegar a Europa, donde alcanzó, en 2000, los títulos de Italia y de Europa de fórmula 3. Su progresión le llevó a imponerse al año siguiente en el Europeo de fórmula 3000 gracias, en parte, al apoyo económico que le brindó Adriano Moroni, propietario de una escudería rival en el campeonato, que le permitió concluir la temporada.
Apareció entonces la figura de Peter Sauber, quien por aquel entonces rebuscaba por debajo de las piedras algún piloto que cubriera el hueco dejado por Kimi Raikkonen, su gran hallazgo, quien después de correr para él en 2001 firmó un contrato con McLaren-Mercedes. Sauber tuvo a bien realizar una prueba a la joven promesa brasileña en el circuito de Mugello. Resultado: quedó maravillado, hasta el extremo de que le ofreció uno de sus volantes para 2002.
Massa debutó en el trazado australiano Albert Park en 2002, pero no realizó ni una vuelta porque sufrió un accidente a las primeras de cambio. Los cuatro puntos que consiguió en su primera temporada a los mandos de un F-1 no fueron suficientes para asegurarle un volante para la siguiente y en 2003 se enfundó, por primera vez y como piloto de pruebas, el mono rojo de il cavallino rampante. Tras un año desempeñando diversas tareas de desarrollo para la scuderia, Nicolas Todt, hijo del director de Ferrari, que ya ejercía como su representante, le situó de nuevo en Sauber, donde militó en 2004 y 2005. Su mejor actuación fue la cuarta posición obtenida en el circuito belga de Spa Francorchamps en el primero de los dos últimos cursos que estuvo vinculado a la escudería suiza. A finales de año y aprovechando el fichaje de Rubens Barrichello por Honda, su representante le situó como escudero de Michael Schumacher a los mandos del nuevo 248 F1 de Ferrari y a las órdenes de su padre, Jean.
Pero la escudería de Maranello resultó ser, de entrada, una trampa para Massa. Cuestionado incluso por sus compañeros de equipo -Jacques Villeneuve llegó a decir de él que era incapaz de pilotar un monoplaza en línea recta-, desde que debutó este año con Ferrari, el corredor paulista ha sido ninguneado por muchos. Ponían en duda que, a sus 24 años y con un bagaje de 53 grandes premios, pudiera extraer todo el potencial de un Ferrari. Tampoco le ayudó el noveno puesto conseguido en Bahrein en su primera carrera como piloto rojo. Pero su reacción tras la calamitosa carrera inaugural de 2006 fue sonada en Malaisia, donde, tras arrancar desde la 21ª posición de la parrilla, cruzó la meta quinto. Consciente de los derechos adquiridos que le otorgan a su compañero de taller los siete títulos mundiales que luce Schumi, el brasileño ha asimilado su papel de escudero y ha aprovechado también su ocasión: primera pole-position y primera victoria.
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