A las buenas tardes

La tarde de ayer estuvo pletórica de aplausos. Todo empezó en el segundo de la corrida con El Juli como protagonista. Toreó con mando y largueza por naturales. Le pidieron la oreja, que el presidente negó. Seguido, Eduardo Gallo se peleó con un buen toro. Estuvo valiente y trató de emocionar al público sobre la ligazón de los pases por la mano derecha. Aunque estuvo por debajo del toro, se le aplaudió en razón a esa búsqueda de los pases ligados. Se le concedió una oreja.

Ponce en su segundo, cuarto de la tarde, desplegó un amplio repertorio de pases y cites. Todo ello gestado dentro de una cadencia y lentitud, y de espaciosidad torera de alto cuño. Nos ofreció esa parte de diamante que ha atesorado en muchos momentos de los años de su carrera. Estuvo en posesión ayer de la mágica y escenográfica variedad de la cometa. Esa vez de Ponce, bella como pocas. En el quinto El Juli volvió a gustar. Gallo, fuera de tres buenos derechazos, los mejores suyos de la tarde, no acabó de redondear su labor.