Putin apuesta por un bipartidismo a la rusa
El presidente quiere que dos partidos se alternen en el poder con una particularidad, que ambos sean leales al Kremlin
El Kremlin está tratando de poner en práctica una reforma política cuyo objetivo es crear un sistema con dos partidos principales que se puedan alternar en el poder, como sucede en Estados Unidos. Una pequeña diferencia: los dos partidos deben ser leales al Kremlin. Uno representaría las fuerzas de derecha y otro, las de izquierda, pero los dos estarían inclinados hacia el centro. Para cumplir este objetivo, el régimen del presidente Putin ya ha logrado neutralizar a algunos partidos díscolos mientras une a los que comparten su idea.
El impulsor de esta reforma es Vladislav Surkov, vicejefe de la Administración presidencial. Surkov considera que el principal defecto del actual sistema político en Rusia es que "se basa" en una persona. "El problema es que no hay un partido alternativo fuerte; la sociedad carece de un segundo pie en el que apoyarse cuando el primero se cansa. Esto hace que el sistema sea inestable", dijo Surkov en una reunión con el Partido de la Vida (PV), en marzo pasado. El resumen del encuentro fue publicado sólo hace unos días por el citado partido, que encabeza Serguéi Mirónov, presidente del Consejo de la Federación o Senado ruso.
Para Surkov la tarea consiste en crear "una fuerza política que en el futuro pueda llegar a reemplazar al partido hoy dominante", es decir, a Rusia Unida. En Rusia, opina Surkov, ya existe de hecho "un sistema bipartidista, sólo que no tiene todavía una forma acabada". Por un lado está Rusia Unida, cuya lista obtuvo el 37% de los votos en las pasadas elecciones legislativas, y, por otro, las tres restantes organizaciones con representación parlamentaria: los partidos Liberal-Democrático (PLD), Comunista y Ródina, todos de "tendencia izquierdista con un fuerte componente nacionalista".
Son estas fuerzas las que hay que modernizar para convertirlas en una organización socialdemócrata. Y Surkov propuso al PV asumir la misión de unir las fuerzas de izquierda. A juzgar por lo ocurrido en la arena política últimamente, Mirónov se tomó la tarea muy en serio. Primero había que cortar las alas al líder de Ródina, Dmitri Rogozin, que estaba convirtiendo a ese partido -ideado en vísperas de las pasadas legislativas para quitarle votos a los comunistas- en una auténtica fuerza de oposición. La presión del Kremlin, unida a las dificultades de Ródina para inscribirse en los comicios locales, dio resultado: Rogozin dimitió y el papel de líder pasó a Alexandr Babakin. El toque final fue el anuncio de la unión de Ródina con el PV.
Este mes, Putin recibió a Ígor Zótov, líder del Partido de los Jubilados, uno de los organizadores de las protestas contra las reformas que acabaron con los beneficios sociales de una serie de sectores de la población y que dieron fuertes dolores de cabeza al Gobierno a principios de 2005. Ahora Zótov prometió a Putin "trabajar constructivamente" con el régimen y renunciar a "las huelgas y mítines como métodos de lucha". Según Zótov, Putin le dijo que en Rusia hay "demasiados partidos". Y ahora Zótov está en negociaciones para unirse al PV.
Por supuesto que los comunistas no desaparecerán, pero de lo que se trata es de marginalizarlos, como ya se hizo con la Unión de Fuerzas de Derecha, que no tiene representación parlamentaria. El ideal para el Kremlin sería que la nueva organización quitara tantos votos al PC y al ultranacionalista PLD que éstos quedaran fuera del Legislativo. Para medir el éxito de los planes del Kremlin habrá que esperar a 2007, cuando se celebren las parlamentarias de turno.
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