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CLÁSICA

María Bayo seduce en Torroella con música barroca

Amor e infortunio, dicha y desdicha, celos y traición, furia y felicidad. De pasiones, tanto divinas como humanas, trató el tercero de los conciertos que este verano ha ofrecido María Bayo en el Festival de Torroella de Montgrí (Girona), del que ha sido la artista principal invitada, y con el que anteanoche concluyó la 26ª edición. Un concierto en el que, acompañada por Al Ayre Español y bajo la dirección de Eduardo López Banzo, la soprano navarra desplegó todo el encanto y seducción de la música barroca con arias de óperas de Händel y de zarzuelas de José de Nebra. El programa jugaba con los contrastes, tanto de unas partituras con dinámicas muy marcadas y cambiantes como a la hora de confrontar dos mundos musicales aparentemente lejanos como los de Händel y De Nebra, compositores contemporáneos, pero que, en realidad, están muy próximos entre sí.

Abrió y cerró el programa José de Nebra, uno de los grandes autores españoles de la primera mitad del siglo XVIII. De hecho, sus recitativos y arias de zarzuela son la base del nuevo disco que la soprano acaba de grabar con Al Ayre Español y que la multinacional Harmonia Mundi comercializará a partir de septiembre. Unas piezas cuya estructura dramática bebe de la tradición operística del barroco italiano y que poco difieren de las arias de óperas barrocas salvo en aquellas piezas que, con formas de la tradición musical española, como la copla o seguidilla -de las que la soprano ofreció dos fuera de programa-, le dan el color hispano. Incluso la temática, historias llenas de pasiones y amores contrariados, coinciden.

Pasiones

Bordó María Bayo las ricas coloraturas y muy ornamentadas arias de De Nebra -pertenecientes a las zarzuelas Amor aumenta el valor (1728), Vendado es el amor, no es ciego (1744) e Ifigenia en Tracia (1947)- en una interpretación en la que dotó de toda la intencionalidad unos textos inflamados de pasiones. En la primera parte, la soprano lanzó la artillería barroca con tres arias de dos de las mejores óperas de Händel, Giulio Cesare y Alcina, interiorizadas e interpretadas de forma modélica, que fueron recibidas con entusiasmo por un público rendido a la soprano desde el mismo momento en que pisó el escenario y a la que, con su entrega, forzó a prolongar el concierto con tres piezas fuera de programa.

Al frente de Al Ayre Español, Eduardo López Banzo acompañó con suficiencia a la soprano, pese a algunas discrepancias perceptibles en la concepción musical de las piezas que hicieron que Bayo estuviera más pendiente de la concertino que del director. Banzo se reservó para sí y para su excelente orquesta una parte de lucimiento personal con dos obras instrumentales en un programa que resultó excesivamente largo: el Concerto grosso en fa mayor, opus 3 número 4, HW 315, de Händel, que le salió más latino que alemán; y una arrolladora versión de la Sinfonía en re 'La casa del Diavolo, de Boccherini.

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