El festival de los instrumentos prohibidos
Doscientos cincuenta intérpretes de gaitas y tambores de las naciones celtas (escoceses, bretones, irlandeses, gallegos y asturianos) invaden el tranquilo puerto asturiano de Tapia reunidos por el X Festival Intercéltico. Un festival de instrumentos prohibidos en el que los gaélicos, de falda escocesa, edad media cercana a los 50, whisky en mano y tatuajes en cada nudillo, son casi 40, pelirrojos, barrigones, cejas naranjas, marchar militar y risa estridente. Cuando tocan dejan de jugar y cantar: les va el alma en ello. Son civiles pero antaño su música era una cuestión militar, un arma de guerra. Por eso lo ingleses llegaron a prohibirla: porque los celtas de Escocia hacían guerra con sus gaitas: aniquilaban la moral del enemigo y adivinaban en qué andaba el adversario descifrando las marchas contrarias. Y aunque hablan de hasta seis y siete naciones celtas con distintos idiomas y diferentes latitudes, escoceses, gallegos, asturianos, bretones y argentinos (a Tapia ha llegado un grupo de australes locos por la gaita sin más vínculo a lo celta que su amor por estos instrumentos) son más cosas las que les unen que las que no, explican. "Por supuesto, el amor a la música, pero también fíjate que hasta el clima, somos pueblos nórdicos, que miran al mar, con un carácter muy distinto al mediterráneo", explica Manolo Durán, antropólogo del tambor de La Camocha (Gijón) que narra que la tradición del tamboritero, casi se pierde en España cuando en la I República se vio como un instrumento imperialista y se prohibió.
En cuanto a las similitudes entre unas bandas y otras, Mario Cordero, un asturiano afincado en Madrid y profesor de una banda en la capital comenta que aunque todas suenan diferentes la base es la misma. "Las gaitas asturianas y gallegas, por ejemplo, no se utilizaban como arma de guerra. Son instrumentos para tocar también al aire libre pero suenan menos estridentes, son más suaves, más melódicas que las de los escoceses". En Tapia durante el Festival (que empezó el miércoles y termina hoy) enseñan cómo se hace un tambor, cuántos tipos hay, qué significa la gaita o qué dulce celta tomar como postre (tras ganar o perder la guerra). Todas las noches en la playa: concierto gratis y celta, claro.
Tu suscripción se está usando en otro dispositivo
¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?
Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.
FlechaTu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.
En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.