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La doble cita festiva de agosto en Barcelona

Los vecinos de Gràcia sufren la permisividad policial con las fiestas improvisadas del barrio

Los ruidos, el incivismo de los juerguistas y la suciedad de las calles causan la mayoría de quejas

Los vecinos de Gràcia apenas han podido dormir durante su fiesta mayor. Sobre todo, los que viven cerca de las plazas del Sol y de Rius i Taulet, lugares elegidos para alargar la parranda hasta bien entrada la mañana. Los vecinos se felicitan por la falta de altercados, pero lamentan el incivismo de los trasnochadores. En la madrugada de ayer, los agentes de los Mossos d'Esquadra y de la Guardia Urbana que vigilaban el barrio atendieron numerosas quejas de los sufridos gracienses. La policía, sin embargo, aseguró que no podía hacer nada para detener el jolgorio porque carecía de la orden pertinente.

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Glòria Llistosella es vecina de la plaza del Sol. Tiene a su cargo a una familar de 91 años, muy delicada de salud, que necesita descanso. En la madrugada de ayer era imposible pegar ojo en su casa y alrededores. El ruido de tambores y la algarabía de los parranderos impedía el reposo. Centenares de jóvenes trasnochadores celebraban en la plaza su propia juerga, una imagen que se ha repetido en todas las madrugadas de la fiesta mayor de Gràcia, que concluye hoy. Harta del jaleo, la mujer bajó a quejarse a los agentes de la Guardia Urbana que vigilaban el lugar.

Eran ya las 4.30. Pasaba una hora del horario permitido para el cierre de los festejos. Después de hablar con los agentes, esta vecina mostró su decepción: "Pagamos nuestros impuestos, pero no tenemos derechos". La policía le dijo que lamentaba su situación, pero que no podía hacer nada porque carecía de la orden pertinente.

Hasta pasadas las 5.30 no comenzó el desalojo de la plaza, que presentaba un aspecto lamentable. Escenas como ésta se repetían en otros enclaves de Gràcia, como las plazas de Rius i Taulet, Diamant y Poble Romaní. Lo mismo ocurría en las calles de Ros de Olano y Torrent de l'Olla. Alrededor del mercado, unos músicos callejeros animaban un botellón masivo. Los vecinos se quejaban, pero sólo recibían excusas de los agentes. "Luego hablan de convivencia y de falta de incidentes... No puede ser de otra manera porque les dejan hacer lo que quieran", criticaba un vecino de la plaza de Rius i Taulet.

Al igual que en las noches anteriores, la policía decomisó bebidas a los vendedores ambulantes e instrumentos de percusión a los fiesteros. Las multas a los incontinentes que orinaban en las calles se multiplicaron, pero el barrio estaba abarrotado y el desfase era total. Algunos parranderos volvieron a increpar a los policías, que no hicieron caso de sus provocaciones. Como era evidente que no iban a actuar, les gastaban bromas de todo tipo. Una joven le pidió a un mosso d'esquadra la gorra para hacerse una fotografía, mientras que otra le exhortaba a irse a casa a descansar: "Yo vigilo la plaza por ti", dijo al impertérrito agente.

Aunque muchos se quedaron sin sus instrumentos musicales para hacer ruido, la juerga no decayó. Cualquier cosa servía para aderezar un bailoteo improvisado, desde los contenedores de basura hasta una señal de tráfico de prohibido el paso que un menor arrancó de la pared con ayuda de sus amigos. A las 3.30 horas paseaba con ella en la cabeza por la calle de Xiquets de Valls.

El ruido no es el único motivo de queja de los vecinos de Gràcia. Al salir a la calle, muchos se han encontrado a juerguistas beodos orinando en su portería. Algunos han tenido que encarar casos muy desagradables y han visto a gente consumiendo cocaína al aire libre, sin ningún tipo de reparo. Así ocurría ayer en la calle de Diluvi. La fiesta mayor de Gràcia, a pesar de todo, es un buen negocio para los bares. Los hay que durante el año sólo sirven desayunos, comidas y meriendas, pero que durante los festejos se transforman en pequeñas discotecas. La masificación de algunas plazas del barrio se ha tratado de resolver con carpas en las que se celebran conciertos dentro de los horarios permitidos, pero esta medida no ha tenido éxito. Tampoco ha servido de gran ayuda la oferta festiva paralela en otros lugares de Barcelona, como el Fórum. Lo que sí ha funcionado bien es la apertura del metro durante toda la noche del viernes y el sábado, lo cual ha facilitado una evacuación escalonada de la gente que acudía en masa a la jarana.

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