El día del melón
Nowitzki ofrece un recital, Serbia se estrella, Francia añora a Parker y Líbano se da una alegría
Cuando comienza un campeonato, ya no hay trampa ni cartón. Seguro que queda alguna carta por jugar y a veces los equipos son capaces de darse la vuelta como un calcetín, pero son las menos. Después de un sinfín de partidos de preparación, con mejor o peor resultado, se plantan en su partido inaugural y suelen retratarse con bastante fiabilidad. Y quien dice los equipos dice también sus estrellas. Es el día en el que se abre el melón, la única forma de saber a ciencia cierta cómo está cada uno.
La jornada la abrió Alemania, que, según contaban las crónicas, estaba tan verde como Nowitzki fuera de forma. Lo primero lo confirmó, pues tuvo que sudar más de lo previsto frente a Japón, la que seguramente sea la selección más floja del torneo. Pero lo de su estrella, después de ver lo que hizo en el primer cuarto, no hay quien se lo crea. Vaya recital. También es verdad que el partido era un caramelo para él, pues los nipones son todo menos altos. Pero no pareció ni cansado ni sobre todo falto de puntería (27 puntos).
Los grandes no tienen permiso para ausentarse. Están obligados a decir aquí estoy yo
Mientras tanto, el conjunto libanés, al que habría que poner un monumento por su capacidad de superación, vencía al venezolano y, quizá por lo que está sufriendo su pueblo, alegraba a todos. En el monitor de al lado se veían grandes saltos. Era Estados Unidos, al que con el primer bocado no se le ha podido extraer una conclusión definitiva sobre su estado de maduración.
La tarde confirmó algunas sospechas. Francia se ha dado un golpe tremendo con la baja de Parker y seguramente esté irremediablemente dañada por dentro, en el corazón. La lección es reveladora. En un torneo como éste no sólo influye el juego, sino también la suerte. Francia estaba entre las elegidas. Un balón chocando contra una mano la deja maltrecha y tira tus posibilidades a la basura.
A Argentina le pasaba un poco como a Alemania. Estrella jugando mal: equipo jugando mal. Y lo solucionó de igual forma, aunque su mérito fuese mayor observando al adversario, Francia. Ginóbili hizo acto de presencia, lo mismo que Nocioni. Los grandes no tienen permiso para ausentarse y están obligados a las primeras de cambio a decir aquí estoy yo.
Lo hizo Gasol, por si alguno estaba mosca. Ahora la preocupación se llama Felipe Reyes, personaje fundamental para cuando lleguen las cosas más serias.
Donde no apareció nadie fue en el cuadro serbio. Pero eso no puede ser una sorpresa. Ese melón necesita algo más de tiempo para poder presentarse con garantías a esta feria. Desde luego, van a perder su condición de bicampeones salvo milagro de ésos en los que sólo confían los muy creyentes. Eso sí, los serbios consiguieron demostrar una vez más que todos los planes previos sobre posibles caminos valen menos que una quiniela de ocho aciertos.
El más escuchado: España queda primera de su grupo y, dado que es seguro que Argentina, Francia y Serbia queden arriba en el suyo, se enfrentaría en los octavos de final a una perita en dulce llamada Nigeria o Venezuela ¿Y ahora? ¿Serbia? ¿Y si Francia sigue en estado de shock por lo de Parker? ¿Los héroes líbaneses?
El problema es que el Mundial es muy largo y hay mucho tiempo para pensar. Lo que estará haciendo Marc Gasol, alucinado de lo que ha cambiado su situación de un mes a esta parte. Ahí está, de primer recambio de pívots y cumpliendo perfectamente. Se lo ha trabajado de lo lindo y, de tanto regarse en los entrenamientos, está de muy buen ver cuando ha llegado la hora. Como todo el equipo español, que, de tan bueno que está, da miedo que se pase.
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