_
_
_
_
Reportaje:VIAJAR

Sin miedo a volar

La temporada de revuelos aeroportuarios viene cargadita este año. Invasiones de pista, huelgas, amenazas terroristas. Los pasajeros no parecen inquietos.

Joseba Elola

Que si la policía británica desbarata una trama terrorista que planeaba hacer estallar aviones en vuelo y se colapsa el tráfico aéreo en medio mundo. Que si el personal de tierra invade la pista del aeropuerto de El Prat. Que si los pilotos convocan su enésima huelga. Por no hablar de accidentes como el de la compañía chipriota de bajo coste Helios Airways, el verano pasado, en el que murieron 121 personas, o de catástrofes naturales, tsunamis y huracanes. Se diría que entrar en un aeropuerto con un billete de avión en la mano se ha convertido en toda una aventura. ¿Consiguen episodios como éstos disuadir a los viajeros? A juzgar por el ambiente que se respiraba el jueves pasado entre los pasajeros atrapados en Barajas, no. A tenor de lo que dicen las empresas del sector y los psicólogos especialistas en la materia, tampoco. Los datos, además, parecen acompañarles.

"El recuerdo de este tipo de episodios es una cosa bastante volátil", afirma el psicólogo Alexandre García-Mas

"El recuerdo de este tipo de episodios es una cosa bastante volátil", afirma Alexandre García-Más, profesor de Psicología del turismo de la Universidad de Baleares y autor del libro La mente del viajero. "La gente sigue viajando a Indonesia y los turistas allí ya casi ni se acuerdan del tsunami". Murieron más de 230.000 personas en diciembre de 2004. Pero apenas nueve meses después de la catástrofe, el turismo en un país como Tailandia mostraba signos de plena recuperación: la cifra total de turistas en septiembre de 2005 superó en un 3,3% la del año anterior. La vida continúa. Al menos, para los turistas.

Aeropuerto de Barajas, jueves 10 de agosto, seis de la tarde. Un total de 60 estudiantes canarios prorrumpen en un sonoro aplauso al ver llegar a Patricia y otras tres compañeras a la Terminal 4. Llevan desde las tres de la madrugada atrapadas en una pesadilla aérea: un avión perdido en Edimburgo por overbooking, los demás que se van y ellas a esperar al siguiente vuelo, noticias de la amenaza terrorista camino de Birmingham, controles exhaustivos al hacer escala para tomar el vuelo de Madrid... "Estábamos histéricas y las noticias no ayudaban", confiesa Patricia, estudiante de bachillerato de 18 años. Y muestra la bolsita de plástico en la que tuvo que meter las escasas pertenencias que le dejaron subir a bordo. Es como una bolsita para chucherías. Dentro, el DNI, la tarjeta del cajero, unos comprimidos de Termalgin y la llave de la maleta. "Nos quitaron los móviles y no he podido ni hablar con mis padres". A pesar de las angustiosas horas vividas, no tendrá problema en volver a viajar en avión, son situaciones excepcionales, dice. Lo que sí ha aprendido de esta jornada es que hay que llegar el primero para que no te pille el overbooking.

"Yo, de lo que estoy harta es de las huelgas", proclama enojada Silvia Martínez, empleada de banca de 37 años que hace cola para comprar un nuevo billete de avión. 72 horas después concluida la huelga de pilotos de julio, sufrió un viaje de ida Madrid-Bilbao con tres horas de retraso y uno de vuelta un domingo cancelado y aplazado al lunes por la tarde. "Lo del Reino Unido es fuerza mayor, pero lo otro sí que es terrorismo para mantener unos empleos", declama en pleno apogeo del cabreo. En apenas un mes, dos episodios aeroportuarios. Ya ha puesto tres quejas. Pero estas cuestiones no le disuaden. Seguirá volando. Sin miedos.

"Al cabo de unos días, los deseos de viaje de los pasajeros vuelven a ser los de siempre", declara Felipe Navío, presidente de la Asociación Española de Compañías Aéreas (AECA). "Los turistas saben que estas amenazas tienen una duración corta y que luego viene la regularidad". Navío confía en que las restricciones para viajar con equipaje de mano desaparezcan en unos días.

La cola frente al mostrador de atención al cliente es ya de 34 personas, los afectados por el colapso aéreo desfilan en busca de soluciones. Antonio Pérez, jubilado de 75 años, que se pierde una de las escalas de sus vacaciones y tendrá que renunciar a visitar Londres, se pronuncia: "Estas cosas no me generan ningún tipo de intranquilidad. Si los terroristas quieren explotar un avión, no avisan, y si te toca, te ha tocado". Neil Wright, casero británico de 50 años que se queja de la falta de información en todo el proceso, confiesa que en un día como éste, se encuentra "más relajado" estando en España que en el Reino Unido. Francisco Bazán, comercial portugués de 40 años al que no le gusta demasiado viajar en avión ("prefiero tener los pies en el suelo") hace su declaración de intenciones: "No podemos decir que tenemos miedo porque eso es lo que quiere Al Qaeda".

Jesús Martínez Millán, presidente de la Federación Española de Asociaciones de Agencias de Viaje (FEAVV), asegura que el impacto de estos acontecimientos no es bueno para la industria, pero que no tiene consecuencia en cifras. "Supone inconvenientes y trastornos para pasajeros, compañías y agencias en un primer momento, pero, ¿cuánta gente ha dejado de ir al aeropuerto de El Prat?".

Las cifras que proporciona la Asociación Internacional de Transporte Aéreo (AITA) confirman que el sector vive días estables después de varios años críticos: la demanda de billetes de avión en el primer semestre de 2006 creció un 6,7% con respecto a los datos del mismo periodo en 2005. La gente vuela cada vez más: 2.000 millones de personas lo hicieron en 2005 frente a los 1.000 millones de 1987. Y las compañías de bajo coste siguen abriendo el mercado. Eso sí, otra cosa hubiera sido si llegan a estallar 10 aviones en el Atlántico, dice Millán.

El 11-S sí que desencadenó el miedo a volar. Y toda una crisis en el sector aeronáutico. Derivó en 130.000 despidos. Las compañías perdieron 13.000 millones de euros. Y afectó también a los pasajeros. "En el periodo posterior al 11-S se notó una mayor afluencia de gente con trastornos de miedo a volar", reconoce Eduardo Larriera, psicólogo argentino especializado en aerofobia. "Pero poco a poco, la gente se va insensibilizando: viene el 11-M, el 7 de julio en Londres y la gente se acostumbra a estos incidentes". Larriera insiste en que el avión es el medio de transporte más seguro, "mucho más que caminar por una acera". Según los datos de la AITA, en 2005 se produjeron menos accidentes que nunca, uno de cada 1.3000.000 vuelos.

Pasajeros en la terminal 4 del aeropuerto de Barajas el jueves pasado, día del colapso aéreo motivado por la amenaza terrorista.
Pasajeros en la terminal 4 del aeropuerto de Barajas el jueves pasado, día del colapso aéreo motivado por la amenaza terrorista.CLAUDIO ÁLVAREZ

Tu suscripción se está usando en otro dispositivo

¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?

Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.

¿Por qué estás viendo esto?

Flecha

Tu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.

Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.

En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.

Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.

Sobre la firma

Joseba Elola
Es el responsable del suplemento 'Ideas', espacio de pensamiento, análisis y debate de EL PAÍS, desde 2018. Anteriormente, de 2015 a 2018, se centró, como redactor, en publicar historias sobre el impacto de las nuevas tecnologías en la sociedad, así como entrevistas y reportajes relacionados con temas culturales para 'Ideas' y 'El País Semanal'.

Archivado En

Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
_
_