El Milan ciega al Atlético
El equipo de Kaká derrota al de Agüero, romo en ataque y lastrado por la falta de un pasador
El Atlético suspende en matemáticas. No le salen las cuentas. Lleva varios años sumando elementos a su ecuación, pero siempre le falta lo mismo. Tiene un portero solvente. Una pareja de centrales rocosa. Gente veloz por las alas. A Torres. Y a Agüero, el chico de los goles imposibles, el nuevo estandarte del equipo. La fórmula, sin embargo, no cuaja. Falta gente por el medio, alguien que distribuya con sentido, que le dé profundidad al juego. Jurado, por ejemplo. Sin alguien así, sin alguien que filtre pases, que vea pasillos donde otros sólo ven piernas rivales, es muy difícil ganarle al Milan. Casi imposible. Y por eso el Milan venció ayer y jugará hoy contra el Deportivo la final del trofeo Teresa Herrera.
MILAN 1- ATLÉTICO 0
Milan: Dida; Bonera, Simic, Favali, Jankulovski; Brocchi, Vogel (Kaká, m. 65), Gourcuff (Cafú, m.80), Ambrosini (Gattuso, m.73); Borriello (Gilardino, m.85) y Amoroso (Foggia, m.60).
Atlético: Leo Franco; Seitaridis (Varela, m.57), Pablo, Perea, Pernía; Maxi (Galletti, m.80), Luccin (Costinha, m.59), Gabi (Miguel, m.72), Petrov; Agüero (Mista, m.59) y Torres.
Gol: 1-0. M. 52. Ambrosini aprovecha un fallo de Seitaridis en el área.
Árbitro: Rodríguez Santiago. Mostró tarjeta amarilla a Gabi (m.8), Torres (m.12), Luccin (m.21) y Pablo (m.85), del Atlético; y a Ambrosini (m.18), del Milan.
Segunda semifinal de la LXI edición del Trofeo Teresa Herrera, disputado en el estadio de Riazor ante unos 5.000 espectadores. El Milan jugará hoy la final contra el Deportivo de la Coruña.
Al Milan, lleno de suplentes, le bastó con un gol de Ambrosini, que se aprovechó de un fallo de Seitaridis dentro del área, para ganar el partido. El resto lo puso la física y el Atlético. Las leyes de la física dicen que cuantos más cuerpos ocupan un mismo espacio, menos espacio libre queda. Y el Milan se aplica al asunto con ahínco: acumula tres prietas líneas de jugadores, todos perfectamente coordinados, conjuntados, once individuos actuando como uno cuando se trata de defender. Como eran muchos y al Atlético le falta un pasador, la cosa se notó más, el espacio pareció menos y el asunto se complicó sobremanera. El Atleti acabó cegado, incapaz de filtrar ni un sólo pase en profundidad.
Lastrado por la presión rival, el equipo de Aguirre sólo se asomó al área de Dida con disparos lejanos. Lo intentaron Pernía, Maxi y Luccin. Hasta que Kaká, el hombre de moda, saltó al campo, en la segunda parte. Una cabalgada suya por la banda izquierda apagó el interés ofensivo del Atlético y demostró porqué el Milan siempre está en la pomada. Y de paso marcó la distancia entre lo que Agüero es y lo que puede llegar a ser.
El punta argentino, la revelación del Atlético, no justificó ante el Milan, el primer rival exigente contra el que juega en Europa, lo que había enseñado durante la gira asiática del club. Normal. Los centrales del equipo italiano son gente fiera, con oficio. Y Agüero, un esperanzador proyecto de gran jugador que ayer empezó a ver lo que le espera: marcajes duros y un equipo, el suyo, que le abandona a su suerte.
Falta por saber cómo mezclan el punta argentino y Torres. Van acumulando partidos y siguen sin encontrarse. Ayer no conectaron. Agüero insistió en pedirla en corto y al pie, en lugar de buscar la ventaja en el espacio y la velocidad. El Atlético, sin embargo, tiene problemas mayores. Suspende en matemáticas: Agüero y Torres esperan que llegue un pasador, el último mimbre de una ecuación en constante revisión.
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