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ESCRITO A MANO
Columna
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De medusas y otros desahogos

La ministra Cristina Narbona acusó a Valencia y Murcia de malgastar agua y en el diario Mediterráneo de Castellón leo que la consejera de Turismo, Milagrosa Martínez, define a la ministra como "gran medusa de la comunidad valenciana". En estas tierras se vive la política con intensidad verbal y física: el pregón de Zaplana en Calloya del Segura acabó poco menos que a guantazos. Me contó una secretaria municipal que al tomar posesión del cargo en un pueblo de Castellón le sorprendió escuchar, en el pleno de su estreno, cómo un concejal decía refiriéndose a un colega de la oposición: "Que conste en acta que es un hijo de puta". La secretaria le preguntó al alcalde si debía transcribir la frase literalmente y el alcalde la respondió que sí. "Escuchará usted frases peores; hoy el pleno es tranquilo", añadió. Me explicó un vecino ilustrado de uno de los pueblos castellonenses dados a la bronca verbal, que el placer no está en el insulto que se pronuncia en el pleno, sino en escucharlo a la hora de la cena, cuando con la familia sentada en la mesa se coloca junto a la sopera un magnetofón que recoge la sesión municipal. En un momento del ágape, el padre de familia levanta la mano que sostiene la cuchara, pide silencio y anuncia: "Ahora escucharéis cómo le insulto". Oída la frase en respetuoso silencio, la familia sigue cenando satisfecha. En ese contexto, lo de "gran medusa" suena amable. De la ministra se dirán cosas peores en plenos de pequeños municipios afectados por la sequía.

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