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Análisis:A LA PARRILLA
Análisis
Exposición didáctica de ideas, conjeturas o hipótesis, a partir de unos hechos de actualidad comprobados —no necesariamente del día— que se reflejan en el propio texto. Excluye los juicios de valor y se aproxima más al género de opinión, pero se diferencia de él en que no juzga ni pronostica, sino que sólo formula hipótesis, ofrece explicaciones argumentadas y pone en relación datos dispersos

Garganta profunda

Tomàs Delclós

Sesión doble de lujo el jueves en Canal + de, y sobre, cine porno. Proyectan Garganta profunda y un documental sobre los avatares de este filme mítico. Nadie puede hablar de cine porno si no ha visto este título. Ya saben, un festival de la fellatio porque la chica, Linda Lovelace, tiene el clítoris en la garganta. Como prólogo se proyecta un excelente documental. Datos a destacar. Uno. Contemplar cómo la derecha carcamal se encarnizó contra el filme. El documental ilustra sobre la integridad moral de estos sujetos. El senador que quiso declarar ilegal el cine porno terminó en la cárcel por estafador. Nixon, bajo cuya presidencia se hostigó a la gente que hizo la película, terminó dimitiendo por mentiroso gracias a las informaciones de otra garganta profunda. Tiempos pasados.

Dos. Advertir cómo un sector del feminismo abolicionista coincidió con la derecha en su batalla contra el cine porno. Tendrían que leer a Linda Williams. La búsqueda del sexo "igualitario" no tiene nada que ver con la ceremonia erótica donde los roles de sumisión y dominio son intercambiables. Hay escenas que, dicen, cultivan el imaginario machista. El remedio es completar el juego con otras, no proscribirlas.

Tres. La añoranza del director, Gerardo Damiano, por una época, los setenta, donde el porno buscaba un mínimo argumento. "Terminó", dice, "siendo un mercado mediocre" en el que las películas son estrictamente un repertorio de gimnasia genital. Sin saberlo, se acerca al reproche de Barthes cuando teorizaba que gran parte del cine porno carece de perversión porque no hay intercambio simbólico entre las parejas. En definitiva, no hay argumento.

Cuatro. La única pega es que dé la última palabra a un representante de la autoridad quien, tras aclarar que es un tipo muy viril, tacha de "terroristas" a los profesionales del porno. Aunque sea para dejarlo en ridículo no debería ocupar este trono. En cambio, lo mejor está al principio. Cuando una dama enjoyada afirma: "No quiero que nadie me diga que no puedo ver una película guarra".

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