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LO QUE HA LLOVIDO
Columna
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Diputado morrazo

Estaba enrollado con su secretaria y se mosqueó porque, al enterarse, su mujer le pidió el divorcio. Su señora, una santa que estuvo apoyándole durante el juicio que le condenó por fraude, robo, falsificación y estafa, cuatro de las 21 acusaciones que pesaban sobre él.

Era diputado y británico, se llamaba John Stonehouse, y vive Dios que, fijándonos en su apellido, más que la casa lo que tenía de piedra era la cara. Porque le pareció mal lo de su mujer. Ella le cubrió hasta cuando quiso quitarse de en medio a lo Paesa, esto es, haciéndose el muerto; cuando fingió ahogarse en una playa de Miami para huir de sus acreedores, y Barbara, la santa, se siguió comportando como una lady. De todo hizo, excepto ponerse de luto. Hasta que, una vez bien juzgadito -aunque aún le quedaban por dilucidar en los tribunales otros 17 delitos-, ella pidió el divorcio. Y el diputado se enfadó. Eso no se hace, debió de comentarle Stonehouse a su secretaria en algún momento álgido. Las hay que no aguantan un telediario. O, como decíamos entonces en estas páginas: "Hay candidaturas en las que no está uno para nada".

Aquel día la sección Gente venía sembrada. Camilo José Cela, que ya era un gran escritor, pero aún no era premio Nobel, ni siquiera era conocido por estar casado con Marina Castaño, se había puesto a dar clases de yudo en un club de Palma de Mallorca.

No crean que lo hacía así, de vez en cuando. Se lo tomó con tal empeño que, a sus 60 años, se entrenaba tres veces por semana. Quería estar cachas y mantenerse en forma. Y eligió este arte marcial, según decía, porque el yudo es una combinación elegante de fuerza inteligente. Inteligencia, seguramente ya la tenía. De elegancia hay que reconocer que no se le pegó nada.

Los profesores Enrique Tierno Galván, José Luis López Aranguren y Agustín García Calvo se incorporaban a sus cátedras en la Universidad, de las que les había echado un acuerdo del Consejo de Ministros de 13 de agosto de 1965. Pensar era peligroso. Y pensamiento franquista, términos antitéticos.

Se habrán dado cuenta de que la Tierra se calienta. Lo avisábamos hace seis lustros por boca de la Organización Meteorológica Mundial. Anunciábamos "un aumento de las temperaturas de la baja atmósfera en el próximo siglo". Ya estamos en el próximo siglo. Y así nos va.

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