"Sentíamos el calor de las llamas dentro del coche"
Lo que iba a ser un desplazamiento a un lugar de descanso de apenas una hora, 115 kilómetros por autopista, se convirtió para María Videla, una funcionaria de 27 años que vive en Santiago, en un accidentado y confuso itinerario entre llamas y humo. Comenzó a las tres y cuarto, cuando cogió la AP-9 en la entrada de Milladoiro, en Santiago. "Antes de llegar a Padrón, ya se veían incendios alrededor de Finsa [una factoría de tableros de madera], y de pronto vi que todos los coches que iban delante tomaban la salida de Padrón, sin que hubiese ninguna advertencia, ni en letreros ni en nada". María hizo lo mismo, y comprobó que el peaje estaba expedito, con las barreras levantadas. Siguió conduciendo por la carretera nacional hasta Caldas de Reis (Pontevedra), con incendios de fondo, para incorporarse de nuevo a la autopista.
"De pronto, en el kilómetro 118, vi que había incendios por ambos lados. Las llamas invadían el arcén. Reduje, pero no pude evitar entrar en una nube de humo. Durante lo que pudieron ser 50 metros, no veía nada, no podía parar ni dar marcha atrás porque estaba en una autopista, y sentía el calor de las llamas dentro del coche".
Recuperó la visibilidad a tiempo para tomar la salida 119, que conecta con la vía del Salnés que va hacia Sanxenxo. Pero allí si que estaba la Guardia Civil, para indicar que la salida estaba cortada.
"Les dije que deberían cortar la autopista, que no había visibilidad. El agente me confesó que estaban desbordados. 'Esto es horrible', decía". María Videla escogió la única opción posible, continuar a Pontevedra. Los alrededores de la ciudad estaban colapsados por los coches que pretendían acceder a la costa. "Aquello parecía Apocalyse Now, humo por todas partes y un helicóptero en vuelo rasante cogiendo agua en el río Lérez".
La ya confusa funcionaria intentó acceder de nuevo a la autopista, pero las entradas estaban cerradas. Al fin pudo incorporarse y utilizar el puente de Rande para conectar con la autopista de Baiona. "Allí sí que los letreros luminosos advertían de que había humo en los túneles, pero para una vez que advertían algo, la verdad es que no se notaba casi nada", confesaba al llegar a su destino, dos horas y media después de partir.
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