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Crónica:PIE DE FOTO EL PAÍS, 7-11-2005
Crónica
Texto informativo con interpretación

Desintoxicaciones

Juan José Millás

Nada más abandonar la clínica en la que se había sometido a una cura de desintoxicación, Kate Moss posó como la ven ustedes para el diseñador italiano Roberto Cavalli. No sabemos si se había liberado de la adicción a las drogas ilegales, pero lo cierto es que para hacerse perdonar tuvo que proporcionar al mundo una buena dosis de estupefaciente legal. Ahí la tenemos, atada al árbol y con un hierro en la garganta que evoca el collar de un perro. Aquí me tienen, hagan conmigo lo que quieran, pero dejen de sacarme la piel a tiras. Había perdido los contratos de H&M, de Burberry, de Chanel, de Rimmel... Todas las marcas bienpensantes se apresuraban a desligar su nombre del de la Moss. En 24 horas se había convertido en una apestada. En cambio, el que vendió las fotos de la chica, obtenidas de forma clandestina con un teléfono móvil, se forró. Es lo único que sabemos de él, que se forró, de ahí que nadie afeara su manera de proceder. Para mucha gente es un modelo de conducta, un tipo con olfato, un listo.

Salir de la clínica es como salir de la cárcel. ¿Adónde vas ahora? A la ropa interior, evidentemente

Kate Moss dijo no se apuren ustedes, que me desintoxico. El mundo aprecia estos gestos que implican un grado de sumisión, de arrepentimiento, de voluntad de enmienda, de modo que la modelo se matriculó en una clínica especializada en contriciones de gente famosa y se curó, o eso dijeron. Pero salir de la clínica es como salir de la cárcel. ¿Adónde vas ahora? A la ropa interior, evidentemente. Si quieres lavar tu imagen, lo lógico es que te muestres en plan San Sebastián para que el público te asaetee a gusto. Chica, has de mostrarte frágil, sumisa, desamparada, para que el consumidor te esnife sin problemas. Levanta las manos y cógete a la rama, como si las tuvieras atadas. No te atamos de verdad porque se nos echarían encima las feministas. Basta con que insinúes la postura. Y levanta la barbilla, que se te vea bien ese collar de animal domesticado tan hermoso.

Pero no pongas cara de angustia porque se supone que tu destino es el árbol. A este lado de la foto habrá mucha gente que te va a azotar imaginariamente por haber sido mala. Tienes que esperar el latigazo con expresión de éxtasis. ¿Has leído a san Juan de la Cruz? ¿No? Mala cosa. A santa Teresa tampoco, claro. Pero habrás visto por lo menos cuadros de vírgenes con el pecho atravesado por una espada. Bien, ése es el registro. Un dolor que no es dolor, una especie de enajenación, de arrobamiento, de embriaguez. Imagina que has tomado algún estupefaciente, no es tan difícil, chica, eres drogadicta. Eso es, mira al vacío, como si esperaras a alguien que quizá te rescate, no sin haberte castigado previamente. Levanta la barbilla. Di whisky, seguro que te gusta decir whisky (y beberlo). Ahora. Muy bien, en dos días te han perdonado. Te lloverán ofertas de todas las marcas, ya verás.

Esta imagen dio la vuelta al mundo y acabó en los cuartos de baño de la misma clase media globalizada que se había escandalizado al ver a la genial modelo preparar una raya de coca con una tarjeta de crédito (no hemos logrado averiguar si de Visa o American Express). Así son las cosas, señor. Tampoco sabemos si Kate Moss, a la que adoramos, necesitaba quitarse de la coca. Pero es evidente que usted y yo necesitamos quitarnos del fetichismo. A ver si tenemos un rato.

ASSOCIATED PRESS

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Sobre la firma

Juan José Millás
Escritor y periodista (1946). Su obra, traducida a 25 idiomas, ha obtenido, entre otros, el Premio Nadal, el Planeta y el Nacional de Narrativa, además del Miguel Delibes de periodismo. Destacan sus novelas El desorden de tu nombre, El mundo o Que nadie duerma. Colaborador de diversos medios escritos y del programa A vivir, de la Cadena SER.

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