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Crónica:EL VIAJERO INCANSABLE
Crónica
Texto informativo con interpretación

Los malos humos de Kaspárov

Toda Galicia ha sido devastada por los bárbaros: 50 incendios en un solo día. En Santiago de Compostela, los turistas le dan la espalda al apóstol y tiran fotos de la columna de humo desde la plaza del Obradoiro. Uno de los habitantes de la zona de El Pedroso jura en arameo mientras intenta apagar el fuego, que amenaza su casa. "La culpa es vuestra por iros a vivir al monte", dice que le ha dicho un guardia civil. Prosigo mi camino hasta Catoira, donde hace un rato que desembarcaron los vikingos.

Estos son dos vikingos. Uno le dice al otro: "Kaspárov era un ajedrecista muy bueno pero conmigo se portó fatal". "Mucho mejor Yuri Gagarin, dónde va a parar", contesta el otro. Después de 10 litros de vino, los jóvenes vikingos no distinguen entre ajedrecistas y astronautas. Hace unas horas desembarcaban en Catoira dispuestos a rememorar la misma batalla de todos los años y pelear a sangre y fuego por la Torre del Oeste. Se habían pintado las caras, habían cubierto su cuerpo con pajarracos y cadáveres de otras criaturas y se habían bebido el Atlántico para ahuyentar sus temores. Pero los vikingos son fieros y brutos, por lo menos hasta que la fiesta y los guardias civiles lo permitan, y al final todo se queda en un abrazo y desemboca en conversaciones sobre el mal carácter del maestro ruso.

PARTICIPE. Los próximos días en Castilla y León. Si quieres darle pistas escribe a elviajeroincansable@elpais.es

El auténtico carnaval es en verano. No hay mejor momento para dejar a un lado las tribulaciones de la oficina y vestirse de lo que uno quiere o cree ser. Los de Catoira quieren o creen ser vikingos y por eso todo lo que se puede ver en esta fiesta, que ya lleva 46 años celebrándose, es así, tamaño vikingo. Toda la gastronomía que se ofrece en los puestos montados para la ocasión es de talla XXL. Donuts, empanadas, pepitos, panes... Pedir un pedacito sería quedar fatal entre estos bárbaros, que llevan varios días celebrando su semana vikinga con diversos actos entre los que destacan un concierto de música islandesa y unas jornadas de gastronomía vikinga. "Se trata de coger el colocón y ya está", asegura un joven fiel a la romería, "o crees que voy a venir aquí sólo porque estos tíos se pongan cuernos en la cabeza".

La fiesta es anunciada en los carteles encargados por el Ayuntamiento como "de interés turístico internacional", y tiene un toque de guasa mucho más pacífico de lo que cabría esperar de estos bárbaros. Mucho robar vino, mucho grito salvaje y mucho coger a las mujeres en volandas, pero al final los vikingos se van a un bar del pueblo a ver la carrera de fórmula 1. "Póngame un aquarius", pide en la barra uno de los temibles escandinavos.

Vuelvo a la carretera con destino

a Zamora. Por cierto, ayer

me robaron la bolsa donde llevaba todo el dinero que me quedaba.

En un viaje normal me vería obligado a regresar a casa. Pero

no lo es. El periódico podría haberme dejado tirado en Santiago, pero ha decidido que prosiga

mi recorrido y repondrá la cantidad de 1.200 euros. ¿Qué cómo me la robaron? Pues en un despiste.

Por ponerme a fotografiar los incendios, cosas de periodistas. Malditos vikingos.

La romería vikinga de Catoria, en Pontevedra.
La romería vikinga de Catoria, en Pontevedra.EFE

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