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Entrevista:GENTE QUE NOS HACE LA VIDA MEJOR | FRANCISCO TOLEDANO-Activista medioambiental

Un ecologista en acción

Francisco Toledano (Adra, Almería, 1960) debe ser uno de los pocos españoles que todavía duerme en la misma cama donde su madre lo trajo al mundo. Este hombre de aspecto rudo y fuerte, casado y con dos hijos de 11 y 14 años, sale de cuando en cuando en la prensa merced a su coordinación de Ecologistas en Acción en la provincia de Almería desde 2000. Pero Toledano, que trabaja en la Empresa Pública de Puertos de Andalucía de Adra, fue primero militar durante 16 años. Número uno de su promoción en la Escuela Militar de Alcalá de Henares, ejerció como sargento especialista de la Brigada Paracaidista y estuvo "a punto" de ser procesado dentro del Ejército por "amenazar la integridad territorial" en 1983 al abanderar una campaña ecologista para declarar Adra como "zona no nuclear". Abandonó la carrera militar y decidió continuar con su actividad pacifista y ecologista iniciada en 1976. Ha recibido el Premio Duna del Grupo Ecologista Mediterráneo (GEM) -el primero existente en Andalucía- por su trabajo en la Plataforma Salvemos Guardias Viejas, unas antiguas salinas ubicadas en El Ejido que al final "no se salvaron". Ha estado vinculado a las acciones en protesta por la construcción del hotel del Algarrobico, en Carboneras, ahora paralizado por orden judicial.

"Hace falta una rebelión de la población que, en algunos momentos, hace cosas a través de plataformas"
"En mi ordenador tengo pendientes denuncias de unos 10 municipios sobre obras ilegales. Pero el día tiene las horas que tiene"
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Francisco Toledano

Pregunta. Usted comenzó con el grupo cultural ecologista Gaviota...

Respuesta. Sí, pero no dudamos en acogernos bajo las siglas de Ecologistas en Acción porque en estas cuestiones los sentimientos no hay que tenerlos con los instrumentos, sino con aquellos objetivos donde desarrollamos las ideas: el medio natural y humano. Fuimos los primeros en dar ese paso en Almería y de ahí nacería más tarde la federación de Ecologistas en Acción de Almería.

P. Si volviera a nacer, ¿qué cambiaría de su vida?

R. Quizá no ingresar en el Ejército, aunque tengo buenos amigos que son militares. Me considero un pacifista convencido. En el Ejército llevaba una doble vida: siempre estuve vinculado al movimiento ecologista pero casi en la clandestinidad. Estuve a punto de que me procesaran por una campaña antinuclear. Alguien me denunció, aunque todavía no sé quién fue. Mi primer contacto con los ecologistas fue en Granada, mientras hacía un curso de oposiciones para entrar en una escuela militar, en la que ingresé con 16 años y me fui con 32.

P. ¿Qué opina de los bombardeos de Líbano por el Ejército israelí?

R. Horrendo. Es una injusticia amparada por Israel en que no están funcionando los organismos internacionales y en el respaldo de Estados Unidos, país del que se puede decir que es el mayor enemigo de la paz en el mundo. Esperemos que todo ese movimiento ciudadano que existe en EE UU e Israel algún día produzca cambios para que tengan otro tipo de políticas internacionales.

P. ¿Cuántas denuncias ha puesto este año ante el SEPRONA [unidad de la Guardia Civil especializada en protección de la naturaleza] por delitos ecológicos?

R. No muchas. Preferimos que sean pocas pero efectivas. En mi ordenador tengo pendientes denuncias de unos 10 municipios sobre obras ilegales. Pero el día tiene las horas que tiene. Nos llega información de las personas más insospechadas, incluso de dentro de los juzgados o las propias administraciones públicas. Si no, cómo nos enteraríamos nosotros... La respuesta es que hay muchos ciudadanos cansados de lo que está ocurriendo.

P. ¿Cree, como Hobbes, que el hombre es un lobo para el hombre?

R. Sí. Está claro que somos nuestro peor enemigo. Somos los que más daño nos estamos haciendo a nosotros mismos. Cuando tratan de atacarme diciéndome que a los ecologistas sólo nos preocupan los pajaritos, yo siempre les digo: soy ecologista porque me preocupa el futuro de mis hijos. Por eso practicamos el ecologismo social, no el naturalista que estudia la naturaleza.

P. ¿Qué le preocupa de la sociedad actual?

R. Principalmente la pérdida de valores, que va a un ritmo galopante. Cuando se habla de sociedades solidarias la realidad es que siguen siendo minorías y sus porcentajes van en disminución en relación con la población. Hay más pasividad y más apatía por parte de la sociedad que un compromiso real.

P. ¿Qué me dice de los pescadores que rescataron a 51 inmigrantes cerca de Malta?

R. Son destellos. Si entre el pueblo maltés hubiera habido, al menos, un número de personas que hubiese exigido otra reacción al Gobierno de Malta, pues dirías que la cosa va bien. Pero es que no se ha producido ninguna reacción popular. Estamos perdiendo capacidad de reacción ante la crueldad, la injusticia y ante el dolor ajeno.

P. ¿Ha llegado el momento de la nueva revolución hippy?

R. Son otros tiempos y no ha lugar. Pero una revolución sí que necesitamos, aunque sea de otra manera. Hace falta una rebelión de la población que, en algunos momentos, hace cosas a través de plataformas. Son destellos de gente que está reaccionando ante toda la corrupción existente, sin olvidar que la base de la corrupción está en la misma médula de la sociedad. La unidad de acción con otros ámbitos como la mujer, los niños maltratados, los inmigrantes o las asociaciones de vecinos es interesante para conseguir calidad de vida que parta de la buena gestión de los recursos económicos, naturales y culturales.

P. Con este calor, ¿cree que algún día trabajaremos de noche y dormiremos de día?

R. No me extrañaría nada. El principal problema que tenemos es el cambio climático, fruto de la contaminación por la dependencia absoluta del coche y de la producción de energía eléctrica, sobre todo de las centrales térmicas. Si no somos capaces de coger el toro por los cuernos y modificar esos comportamientos que tenemos, qué duda cabe que terminaremos cargándonos el planeta.

P. ¿Entonces, de aire acondicionado usted nada de nada?

R. En casa, no. En el coche, sí.

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