La carga y descarga sigue en Lavapiés
Las tiendas y los no residentes de Embajadores se saltan las limitaciones del primer día de zona restringida
A pesar de que el Ayuntamiento puso en marcha el Área de Prioridad Residencial los comercios del barrio de Embajadores, en Centro, continuaron ayer cargando y descargando durante toda la jornada. Este plan restringe el abastecimiento a las tiendas de diez de la mañana a una de la tarde. El tráfico queda limitado a los 12.565 vehículos propiedad de los 50.480 residentes desde las siete de la mañana hasta las diez de la noche. De momento, los agentes de movilidad desempeñan una labor informativa. Hasta el 1 de octubre no multarán a los que se salten las normas.
La mayoría de los 814 comercios del barrio de Embajadores son propiedad de inmigrantes, entre los que predomina la falta de información. Muchos de los ciudadanos chinos que regentan las tiendas de comida étnica, bisutería, ultramarinos y bazares no conocían ayer nada de las restricciones al tráfico. "Pues si no podemos descargar aquí, lo haremos en otro lugar", aseguraba Long Zhou, un joven chino de una tienda de ropa cercana a la plaza de Lavapiés. "No me preocupan las restricciones al tráfico porque yo vengo en metro. ¿Para el reparto? Mira esas furgonetas", comentaba un comerciante chino señalando a unos trabajadores saltándose la norma frente a su tienda de gafas de sol en la plaza de Lavapiés.
"Algunos vecinos se quejan de que no se ha notado el cambio, pero están alegres porque es la medida que han pedido repetidas veces y saben que no se notará de un día para otro", aseguró Manuel Osuna, presidente de la Asociación de Vecinos de La Corrala. "La gente del barrio desconoce que nuestra labor es informarles para que se adapten al cambio", dice un trabajador de la caseta de información que el Consistorio ha instalado desde el pasado jueves en la Plaza de Agustín Lara.
"El tráfico ha sido horrible esta mañana y he tenido que evitar a los policías dando una vuelta enorme", afirma Isabel Villar, una farmacéutica de la calle de Olivar que acude cada día en coche a trabajar. "Aquí nadie ha venido a avisarme", lamentaba la boticaria, que se sorprendió por el dispositivo matinal de agentes de movilidad en la glorieta del Emperador Carlos V. Los policías pararon a los coches a lo largo del día informando a los conductores de que el acceso al barrio va a cambiar.
"Desde el jueves hemos tramitado cerca de 400 tarjetas, pero los comerciantes no se enteran de nada", se queja Henar Álvarez, que trabajará en la Oficina de Atención al Ciudadano hasta el 1 de octubre. "Se nota que muchos empleados tienen dificultades para demostrar que trabajan aquí", añade Álvarez.
"Lo que quieren los vecinos es echar a los inmigrantes de las calles", comentaba ayer una de las empleadas de la caseta de información mientras señalaba a un grupo de inmigrantes comiendo en la plaza de Agustín Lara. Lo mismo piensa la farmacéutica: "Creo que la medida trata de acabar con los comerciantes chinos". Una clienta asiente con la cabeza y añade: "Las aceras son una asquerosidad. No tienen cuidado y ponen toda la mercancía por la calle".
El Ayuntamiento explica que estos primeros meses no se va a sancionar porque la línea 3 del metro (Moncloa-Legazpi) está en obras, y porque quieren que los vecinos se adapten al cambio. "Está claro que el objetivo es acabar con los comercios y fomentar el turismo, porque el tráfico seguirá siendo igual mientras el alcalde se empeñe en buscar tesoros", afirma Flavia Maregatti, dueña de una tienda de regalos que echa la culpa de los atascos a las numerosas obras en la zona y a la falta de transporte público: "El metro en obras y no hay autobuses en todo el barrio", añade.
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