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MIRADOR
Opinión
Texto en el que el autor aboga por ideas y saca conclusiones basadas en su interpretación de hechos y datos

Escultura y magia

El arte siempre ha tenido mucho que ver con la magia. Y cuando es grande, cierta y sublime, todos la suponemos más allá aun de su misterio intrínseco, trascendente. La escultura Equall-Parallel / Guernica-Bengasi, del californiano Richard Serra, uno de los grandes escultores vivos, tenía sin duda en este sentido muy enérgica e independiente vocación propia. Su rocambolesca historia promete ingresar en la mejor mitología y generará una buena polémica y un inquietante problema de lógica.

Porque esta gran adquisición hecha por el Estado para el Museo Nacional Reina Sofía, que costó 36 millones de pesetas en su día, se desvaneció en 1992 de los fondos del museo a pesar de su considerable tamaño y sus 38 toneladas de peso. Nadie sabe si acabó en el parque de un millonario excéntrico, en chatarra navegante o en retales en una chamarilería. Con orden de busca y captura, la policía todavía anda buscándola con desesperación y sin éxito.

Pero su desaparición era sólo el detonante del galimatías cuasi metafísico con que ya promete obsequiarnos. Sus dueños y su creador han acordado fabricar otra y la anuncian como la original. A fin de cuentas, siempre ha sido el autor quien ha controlado la obra y, en el caso de una escultura de una composición como ésta, pudiera ser que lo que se debe considerar como el original fuera finalmente la idea que está en la cabeza del artista. Arrebatamos así a la escultura fugitiva su identidad y en sentido estricto también su existencia, retroactivamente. Y convertimos a la sustituta en original, en cierta forma previa a los 38.000 kilos de metal embrujado que huyó y dejó en evidencia a más de uno.

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