"Lo que han hecho explica cómo son"
Las familias de los marineros que rescataron a los 51 inmigrantes se sienten orgullosas de ellos
Jamás una hazaña de un barco pesquero de la localidad alicantina de Santa Pola había generado tanto revuelo. Allí nadie habla de otra cosa, y todos los vecinos se sienten orgullosos de los marineros, aunque sus familiares directos están preocupados y en permanente contacto telefónico. Las llamadas se suceden durante todo el día, y ahora, por fin, empiezan a vislumbrar el final "del calvario" que han vivido durante los últimos días.
José Durá, patrón del pesquero Francisco y Catalina, de 25 metros de eslora, rescató el pasado viernes a 51 inmigrantes en alta mar frente a la isla de Malta. Desde entonces acompañado en todo momento de su tripulación, formada por otros cinco compañeros santapoleros, uno de El Campello (Alicante) y otros cuatro gallegos de Muxía, se encuentran fondeados a 24 kilómetros de La Valeta, en pleno Mediterráneo, conviviendo hacinados con los inmigrantes en la cubierta del barco.
José Durá, más conocido por sus amigos como Pepito, lleva desde los 14 años dedicado a la mar. Tiene 39 años y tres hijos. Uno de ellos, de 19 años, zarpó ayer precisamente enrolado en otro barco para faenar en aguas de Malta; su hermano Pascual, de 16 años, también quiere ser pescador. "Se van tan lejos porque aquí cada vez queda menos quisquilla, los caladeros están agotados", reconocen.
La esposa del capitán, Pepi Irles, está pendiente del teléfono en todo momento. "Lo que han hecho demuestra cómo son y el carácter que tienen", explicaba ayer orgullosa. Cuando José Durá avistó el cayuco repleto de sin papeles llamó por teléfono a su casa. "Para contarme a modo de anécdota todo lo que estaba viendo", recuerda Irles, que notó apenado a su marido en aquel momento.
Él también fue rescatado
La familia del patrón recuerda cómo hace 10 años también él mismo se vio en apuros en alta mar. En aquella ocasión en el barco en el que navegaba se abrió una vía de agua y quedó a la deriva. Entonces la tripulación de un pesquero italiano les rescató y trasladó hasta la costa. Allí las autoridades italianas ordenaron su envío inmediato a España. "Esta vida de marinero es muy dura, ha vivido temporales y accidentes", recordaba su esposa. "Y encima el galsoil está por las nubes y cada día pescan menos", señala con resignación.
Su casa en Santa Pola, ubicada precisamente en el barrio de trabajadores de El Calvario, acoge durante todo el día una procesión permanente de periodistas, amigos y familiares que se interesan por las últimas noticias. "Estamos seguras de que lo volverían a hacer, han salvado la vida de seres humanos, pero es increíble que ahora como si quisieran castigarlos", comentaban ayer por la tarde algunos allegados de los pescadores.
Jaime Valero, de 51 años y con tres hijos, también es hijo de marinero. Aunque trabaja en tierra habitualmente, en esta ocasión le apetecía hacer un viaje y se enroló de cocinero. Ahora es el máximo encargado de la manutención de todos. Su esposa Irene Macià recuerda cómo pasan largas temporadas fuera de casa, "y encima esto no rinde económicamente, para luego tropezar con todos estos problemas burocráticos".
El resto de la tripulación está integrada además por Batiste Moliner, segundo patrón, de 41 años; José Pascual, de 22 años; Álvaro Domínguez, de 24 años, y Antonio Baeza, de 37 años y residente en El Campello. Los marineros procedentes de Galicia son Manuel Pérez Bayón, Ramón Moncote, José Toba Martínez y Jesús Meliña.
Santa Pola es una localidad del litoral sur de Alicante que vive del turismo y de la pesca. El sector emplea a unas 450 personas que faenan en 90 embarcaciones. "Llevaban dos meses reparando el barco, salieron a faenar días antes de la festividad de la Virgen del Carmen, patrona de los pescadores, y ahora esperan volver a finales de agosto para las fiestas patronales de la localidad", explicó el patrón mayor de la Cofradía de Pescadores, José Ramón García.
Ayer por la tarde, en la Lonja de Santa Pola se subastaba el pescado y los pescadores y armadores tenían en la mente a sus compañeros. "Es lamentable y bochornoso, no hay derecho porque si tienen tantos problemas otro día no rescatarán a nadie", comentaba Paqui Hernández, una armadora.
Junto a ella el pescador José Miguel Parmans recordaba cómo la legislación "obliga a que si se localiza un barco a la deriva con náufragos a rescatarlos, porque si haces la vista gorda te meten en la cárcel".
Para Ambrosio Candela, otro pescador del pueblo, debe ser "una locura" lo que están pasando, ya que el barco sólo tiene dos aseos, comida para 10 tripulantes y agua desalada. Mustafá Lahraiba es un marinero marroquí que lleva seis años trabajando en barcos de Santa Pola "hay que rescatarlos, si haces la vista gorda y luego ves en las noticias que se han muerto 50 inmigrantes es algo que se queda en la mente para toda la vida".
Otro armador, Andrés Gardena que tiene dos barcos en propiedad, lo tiene claro: "Hay que recoger a los náufragos y luego en tierra que los políticos se entiendan".
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