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DESDE MI SILLÓN | TOUR 2006 | Decimoquinta etapa
Columna
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Una subida única

Yo no sé qué tiene esta montaña que no tengan otras, pero algo hay, creo que de eso no hay ninguna duda. Alpe d'Huez, uno ve las cifras y no ve nada que se salga de lo normal, considerando normalidad unas cifras ya inhumanas: 13,8 kilómetros, 1.100 metros de desnivel a superar para llegar a una cota máxima de 1.860 metros, subidos en un tiempo record -Pantani- de poco más de 37 minutos. Cifras que hablan de dureza, de una gran pendiente media considerando que los últimos tres kilómetros son bastante más llevaderos; pero hay subidas más largas, más duras, con mayor pendiente y que requieren un esfuerzo mucho más prolongado. Las hay. Sin embargo, el Alpe d'Huez es una subida única.

No sé qué tiene, pero saca lo mejor de cada uno. Yo sólo lo he subido una vez, pero lo recuerdo como si fuese hoy mismo. Es una de esas subidas que cada vez que la vuelves a ver en televisión te viene un sentimiento nostálgico de orgullo que te dice: yo una vez estuve allí. Desde luego que no hay montaña más cosmopolita en todo el Tour. El crisol de aficionados que se dan cita allí anualmente es algo sin parangón. Dicen que hay corredores que, en el grupetto, para hacer la subida más llevadera, se dedican a llevar la cuenta de las diferentes banderas que ondean por allí. Dicen que yo puedo ser uno de ellos, pero también dicen que con el esfuerzo, se suele perder la cuenta.

Saca lo mejor de cada uno, hay imágenes para comprobarlo. Yo ayer he visto a un Menchov que no conocía. Su cara parecía otra, pero era la misma, sólo que llevada al límite del esfuerzo. La cara de Schleck -igual de expresiva- sí que me sonaba un poco más. Claro, la había visto hace no tanto -¿un par de meses?- en el Cauberg ganando la Amstel Gold Race. Amstel y Alpe d'Huez en una misma temporada, ahí es nada: ¿unas carreras que hacen grande a un corredor, o un corredor que hace grandes a estas carreras? Creo que estamos en el primer caso, pero el futuro va camino de situarnos en el segundo.

La tradición, eso a lo que el Tour es tan aficionado, dice que el que viste el amarillo en esta cima lo llevará encima hasta el podio de París. Veremos. Hay otra tradición, menos conocida, que dice que si cruza McEwen la meta, lo hará el primero de su grupo y con su rueda delantera en el aire. Ayer ésta sí se cumplió, hay testigos. Pero cuidado con la otra, que a ver quién se fía del tradicionalismo en este Tour que nos ha salido tan raro. Yo desde luego no, revolución, yo estoy con Menchov.

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