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Columna
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Corrupción

Transparency Internacional (TI) es una organización no gubernamental que suele presentarse a sí misma como "coalición contra la corrupción" y cuyo trabajo más conocido, y reconocido, a nivel mundial es el informe anual en el que se incluye el famoso Índice de Percepción de la Corrupción (IPC) que ya en 2005 incluía 159 países de todos los continentes. Se llama "índice de percepción" porque lo que se mide no es directamente el grado de corrupción objetivo existente (ello naturalmente resultaría imposible dado que, por definición, los corruptos son muy poco proclives a las prácticas contables), sino la percepción que un pull de empresarios y analistas reconocidos de los diversos países, tiene sobre el grado de transparencia y honestidad en la actuación del sector público.

Al margen de los criterios de selección, de la mayor o menor influencia de ciertos países en función de sus aportaciones al presupuesto, y de algunos otros extremos de carácter metodológico, lo cierto es que el índice permite al menos una aproximación razonable al grado de corrupción existente, a la vez que nos proporciona un seguimiento periódico revelador de los avances o retrocesos producidos.

Para empezar habría que resaltar que, de los 159 países analizados en 2005, dos tercios no rebasan la nota de 5 (sobre un máximo de 10) lo cual, ya de entrada, nos informa de que vivimos en un mundo bastante corrupto en términos generales. Asunto éste que empeora significativamente cuando nos enteramos de que casi la mitad obtiene una nota por debajo del 3, poniendo bruscamente de manifiesto que la brecha que nos separa de la honestidad global resulta casi insalvable. Como, además, está plenamente demostrado que la corrupción supone un freno indiscutible al desarrollo económico, el panorama no puede ser más desalentador.

¿Cuáles son los factores que explican la corrupción? Si uno mira la tabla ordenada del IPC lo primero que llama la atención es la alta correlación (con ciertas desviaciones), entre nivel de renta per cápita (rpc) y los bajos niveles de corrupción. Por ejemplo Islandia (9,7) encabeza, junto con Finlandia y Nueva Zelanda (9,6) el ránking de los países menos corruptos del mundo. Seguidos muy de cerca por Dinamarca Singapur, Suecia, Suiza y Noruega; países todos ellos con elevado nivel de vida. Si bien esta norma general se rompe en algunos casos, como Italia o Argentina, cuyo nivel de vida no se corresponde en absoluto con su ancestral proclividad a las prácticas corruptas; o en otros, como Chile, con una rpc relativamente baja pero con una puntuación aceptable (7,3), por encima de España, que no pasa, ay, del 7.

Alguien podría sugerir, con cierta solvencia, que el factor explicativo por antonomasia de la ausencia de corrupción podría ser el tamaño reducido de los diversos países, pero este extremo tampoco resulta decisivo puesto que en la lista de los más corruptos se encuentran algunos, como Paraguay, Costa de Marfil o Haití que no son precisamente un ejemplo de extensión geográfica. Más cercano a la realidad, sin embargo, podría ser la afirmación de que el frío expulsa a la corrupción, pero esto tampoco resulta cierto del todo porque existen países de baja temperatura, como Rusia o Nepal, con índices inferiores a 3 (lo que refleja un grado muy escaso de transparencia). Y así sucesivamente.

En verdad resulta difícil obtener alguna variable única suficientemente explicativa de la honestidad imperante en el sector público. Digamos que de acuerdo con la tabla, y a riesgo de simplificar excesivamente, la probabilidad de ser considerado un país poco corrupto es mayor cuanto más rico sea éste, más europeo, más al norte y más pequeño; cuanto más antigua sea su democracia, cuanto más cristiano (pero menos católico), y cuanto más minoritario sea su idioma materno (entre los 20 primeros de la lista sólo seis hablan inglés, cinco francés y ¡ninguno español!).

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Ahora reflexionen conmigo: puesto que nosotros no pertenecemos al norte europeo, nuestra rpc es muy mejorable, el país es más bien grande en extensión, nuestro idioma es mayoritario, la democracia tiene tan solo un cuarto de siglo, somos los más católicos de Europa; y, por si faltara algo, cada vez hace más calor, ¿no creen que tenemos un problema?

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