Infierno sobre raíles
Cientos de pasajeros del tren Barcelona-Madrid quedan atrapados tres horas y media en Guadalajara sin aire acondicionado por una avería
En la estación de Atocha de Madrid la cola para llegar hasta el mostrador de atención al cliente parecía ayer no tener fin. Como el tiempo que tuvieron que soportar cientos de pasajeros del tren Alvia -que circula desde hace pocos días por la vía AVE- que partió de mañana con dirección a Madrid desde Barcelona y quedó varado y sin aire acondicionado a tan solo dos kilómetros de la estación de Guadalajara.
Una avería. No parecía gran cosa. El convoy fue perdiendo fuerza y se quedó parado. "Sí, claro que nos daban información, cada poquito nos decían que se iba a arreglar en 10 minutos", ironizaba una mujer mientras esperaba a las cuatro de la tarde en Madrid la devolución del importe de su billete. Las horas que transcurrieron desde las 12.05 hasta las 15.30, cuando reanudaron el viaje hacia Atocha en otro tren, se les hicieron eternas. "El calor era insoportable, un infierno, los baños estaban imposibles, y tuvo que pasar una hora y media hasta que por fin nos abrieron las puertas y entró un poco de aire, estábamos asfixiados. Ha sido inhumano", comentaba Carmen.
El agua se agotó pronto, y los refrescos no duraron tampoco mucho. Una hora antes del rescate, se agotó todo. "Comida tampoco había", comentaba un grupo de viajeros. "De pena, lamentable, un desastre, la Cruz Roja llegó sólo a última hora", subraya María, al tiempo que lanzaba sus propias conclusiones: "Parece que son máquinas nuevas y debe ser que no tienen servicio técnico que sepa manejarlas". De hecho, Carlos, que subió al tren en Zaragoza para en Madrid coger otro hacia Málaga, asegura que podía oír las conversaciones de quienes intentaban arreglar la locomotora. "Era como si alguien les estuviera dando instrucciones de manual. Escuchaba: 'Apaga, ¿y ahora qué pone...?'. Se veía que estaban intentando repararla". Comenta que primero achacaron la avería a un corte eléctrico y después que "tenía los frenos bloqueados".
No hubo pánico aunque sí momentos de nerviosismo, reconocen algunos viajeros. "Sobre todo cuando un hombre empezó a entrar en todos los baños, y la gente pensó que todo podía tener algo que ver con un aviso de bomba", reconoce este viajero.
Una mujer que hacía con su esposo el recorrido desde Barcelona calcula que en el convoy habría unas 300 personas. "El calor era tan insoportable que la gente empezó a quitarse la ropa. He estado a punto de coger el martillito y romper la ventanilla. Nosotros hemos perdido la conexión para ir a Plasencia", remacha. Pero aún hubo otros que pudieron maldecir más su suerte. Quienes tenían conexiones con otros trenes no tuvieron mucho problema: reintegro del billete y acomodo en otro convoy. Peor lo pasaron varios viajeros que iban a Barajas. "Muchos se bajaron en Guadalajara para coger un taxi hacia el aeropuerto para no perder el vuelo. Había varias personas que iban a Nueva York", comenta Carlos. "Lo peor es que Renfe necesite tres horas y media para reaccionar, cuando estábamos a dos kilómetros de Guadalajara y a 100 metros de una carretera", concluye.
Mientras, Elina, canadiense de origen asiático, no da crédito. Con un bono de 370 euros para recorrer una buena porción de España en la mano y con un viaje programado al milímetro había perdido su oportunidad de conocer Toledo. No logró que le devolvieran todo el dinero y estaba enfadada. Lo peor fue el tiempo en el tren: "No nos dejaban movernos, yo soy claustrofóbica y estaba muy asustada".
El agua, el aire y la tranquilidad llegaron cuando les recogió otro tren. Antes, se había intentado enganchar otra locomotora. Carlos llamó desde el camino a Málaga: "Oye nos dice el interventor de este tren que la máquina que enviaron para el enganche, también se averió, y que por eso tuvieron que enviar un convoy completo", al que fueron trasladados los pasajeros a través de una pasarela. Este diario intentó ayer, sin éxito, que Renfe diera su versión de los hechos.
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