Simon sigue con la bombilla encendida
La multinacional catalana de pequeño material eléctrico celebra 90 años con nuevos proyectos
En tiempos en que abundan los cambios de propiedad en las empresas catalanas, Simon, multinacional líder en su mercado, el de pequeño material eléctrico, celebra su 90º aniversario incorporando a la cuarta generación de la familia. Bueno y con una fábrica en la India, la duodécima fuera de España. La última: considera que ya tiene suficiente para abastecer cualquier rincón del planeta. Pero eso sí, siempre con planes por delante.
"¿Vender la empresa? ¿Qué otra inversión nos daría más rentabilidad?", dicen en la familia propietaria. Su 'pay-out' (dividendo) ronda el 20%
"Torra, ¿tenemos proyectos?", pregunta la nonagenaria Maria Agustí cada vez que se cruza con el director general de Simon, Xavier Torra. La señora Maria, como se la conoce en la casa, es la nuera de Arturo Simon Vibet, el que fuera fundador de la multinacional catalana de pequeño material eléctrico. Aunque lógicamente no participa en la gestión de la empresa, tarea que deja para sus nietos, no se pierde detalle. Jamás pregunta por cómo van las ventas o por la evolución de los resultados. No. A sus 92 años, a la señora Maria sólo le interesa el futuro. "Sí, señora Maria, tenemos proyectos", le sonríe Torra.
Es el ADN de Simon, destaca su director general, un ejecutivo externo que desde hace 13 años gobierna una nave que factura 300 millones de euros, emplea a 3.000 trabajadores, más de la mitad fuera de España, y tiene 25 fábricas, 12 de ellas esparcidas por todo el planeta.
Así nació la empresa hace 90 años, fruto de un mañoso lampista que, tras emigrar de Vulpellac a Olot (ambas en Girona), no tuvo más remedio que fabricarse los portalámparas ante la falta de abastecimiento provocado por la Primera Guerra Mundial. Un comerciante las empezó a vender. Simon tiene hoy a 150 personas dedicadas a investigación y desarrollo (I+D).
En paralelo al lanzamiento de nuevos productos, una de las singularidades de la empresa es la fabricación de material para consumo interno. Desde 1939 -otra vez como respuesta a la escasez de materia prima durante la Segunda Guerra Mundial- se fabrica la porcelana. Aprovechando su capacidad de diseño y producción, tiene una división dedicada a la fabricación de piezas metálicas para clientes externos y una empresa que construye los moldes y las matrices que necesita para sus componentes.
Entre los proyectos de futuro de Simon ya no figura el de abrir nuevas fábricas en el extranjero. Con la próxima construcción de una planta en la India, el grupo catalán da por finalizada la primera fase de internacionalización. "Ya no necesitamos más fábricas, con las que tenemos cubrimos todo el mundo", explica Torra, que cuenta centros fabriles en Francia, Turquía, Polonia, China (dos fábricas), Rusia, México, Brasil (dos), Argentina y Marruecos, donde inició su aventura internacional en 1997.
"Ahora debemos dar contenido logístico y comercial a esta estructura, como hacemos en Ucrania", prosigue el ejecutivo, que da clases en la escuela de negocios Esade de mercadotecnia, una de sus dos grandes pasiones; la otra es el montañismo y la escalada.
La siguiente etapa incluye también Estados Unidos, "nuestra asignatura pendiente. Es complicado", explica Torra, "porque perciben el pequeño material eléctrico como un producto básico: todo igual y barato". "Tenemos que entrar desde México, falta terminar de engrasar la fábrica de allí", en Toluca.
Pero siempre con nuevos proyectos en mente, más allá del pequeño material eléctrico, que aporta el 80% del negocio. El sistema de iluminación del aparcamiento de la T4 de Barajas, por ejemplo, es de Simon, que también ha ideado un sistema de control y gestión de los servicios de comunicaciones (Internet, telefónica e informáticas) para viviendas sin predeterminar la ubicación de los equipos, permitiendo cambiarlos de sitio sin necesidad de nuevo cableado.
En tiempos en que los cambios de propiedad en empresas catalanas están a la orden del día, muchos de ellos debido al indigesto reto de la sucesión familiar -Chupa Chups, Uniland, Panrico-, Simon culminará este año la incorporación de la cuarta generación. La empresa cuenta con un consejo formado por cuatro miembros de la familia donde se toman todas las decisiones por acuerdo: "Sería un mal síntoma que algún día tuviéramos que votar", dicen en la familia, que hasta la fecha no ha sucumbido a los cantos de sirena para vender el negocio. "¿Qué otra inversión nos daría más rentabilidad?", responden. El pay-out (dividendo) ronda el 20%.
Filantropía
Simon destina otra parte de sus beneficios a la formación profesional (FP) en países del Tercer Mundo, a través de la fundación Simon Education Found. Se trata de un proyecto basado en la creencia de que "la formación es un elemento básico para el desarrollo de estos países y las empresas del mundo industrializado deben ser capaces de contribuir al progreso de los menos desfavorecidos en este mundo global", reza en su web.
Desde su alumbramiento en 2001, la fundación ha puesto en marcha cuatro proyectos: una escuela de formación en Oromia (Etiopía), la concesión de microcréditos en Valle de Cusco (Perú), la creación de un centro de FP en Trinidad (Bolivia) y la implantación de un centro piloto de educación tecnológica en Cocearía (Bolivia).
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