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OTRA MIRADA | Alemania 2006
Columna
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La Marsellesa

¿Francia o Italia? ¿Qué selección ganará? Esta noche se sabrá. Hasta el término del partido, lo único que podemos no saber sino recoger entre la afición es la simpatía del público español hacia ambos equipos. Los aficionados en edad superior a la veintena preferimos que gane Francia. Aunque sintamos más simpatía y más tirón estético por Italia como país. El fútbol italiano nos irrita con su consabida racanería en ahorrar esfuerzos con tal de conservar un mísero gol de ventaja o con la reconocida marrullería de sus jugadores a la hora de dar patadas o fingir recibirlas.

Cuando no recurre a tales bajezas, hay que reconocer que Italia puede maravillar con su fútbol, como contra Alemania. Memorable. Memorable partido, y por parte de los dos equipos. Ahí, sí, Italia estuvo a la altura. No en lo que se refiere a juego limpio -práctica de la que es incapaz-, sino al riesgo. Al hacer sustituciones, Marcello Lippi, en vez de hacer saltar a un defensa como es costumbre italiana, eligió a un hombre capaz de hacer avanzar al equipo hacia el campo contrario y el cambio tuvo un efecto fastuoso. El mejor encuentro. Forzoso es reconocerlo. La antipatía que, en general, siente el aficionado español hacia la selección italiana cedió a la admiración y a un sentimiento de respeto.

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Sin embargo, ante el encuentro de esta noche, las preferencias vuelven a inclinarse por Francia pese a que se constituyó en verdugo de España. Aunque quizá sea ésta una de las razones de dicha preferencia: si Francia gana el Mundial, la derrota española se suaviza. ¡Nos eliminó el campeón!

Más motivos para ir a favor de Francia: Zidane. Es el último partido de Zidane. Y el aficionado quiere a Zidane. No sólo los seguidores del Madrid aprecian a ese hombre, apuesto y caballeroso, que juega al fútbol maravillosamente, con una elegancia impar, como sin esfuerzo. A Zidane lo aprecia y admira el aficionado en general, aunque no sea seguidor del Madrid, sino de otro equipo. Hay personajes públicos dotados de esta característica no muy usual: ser apreciados como personas, al margen de su calidad en su profesión, ya sea en el campo del deporte, de la política o de las artes. Suele decirse que Zidane es apreciado por el público por la labor social que desempeña. Bueno, no es el único futbolista que destina millones a gestiones humanitarias. Eto'o, por ejemplo, también dedica mucho tiempo y dinero a causas sociales y vive Dios que -ignoro por qué- despierta pocas simpatías.

Igual me equivoco, pero ganará Francia. El país vecino, durante un montón de años, ha basado su poderío en, entre otros, dos pilares infalibles: el bachillerato francés, que estaba detrás del hecho de que incluso un taxista o un obrero de la construcción fueran capaces de redactar una carta digna de un primer ministro, y La Marsellesa. El bachillerato francés se acabó, ya no es lo que era. Pero La Marsellesa sigue siendo un arma mortal para el enemigo de Francia. Los franceses la cantan y son capaces de todo. Si a sus sones y enardecidos por su letra ganaron guerras mundiales, que se preparen los italianos.

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