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Reportaje:Alemania 2006

Un páramo a la vista

Tras los éxitos, la autocomplacencia federativa frenó la formación de jóvenes talentos

El lunes 10 de julio Francia tendrá que empezar de cero tanto si es campeona del mundo como si no. La conclusión será la misma. No hay nadie a la vista. Ningún grupo que tome el testigo que dejarán Zidane, Makelele, Vieira y Thuram. La actuación de los jóvenes bleus ha sido insignificante en esta Copa del Mundo. Más allá de la efervescencia de Ribéry (23 años), el vacío.

Francia ya no es capaz de formar jugadores como Zidane, Platini, Tigana o Giresse. Ya no. Ahora sus futbolistas son todos iguales: impecables física y tácticamente, pero sin la picardía ni la imaginación de los anteriores. La desertización de talentos comenzó a la mañana siguiente de ganar el Campeonato del Mundo organizado en su país, en 1998. La autocomplacencia se apoderó de las autoridades formativas. Complejo de superioridad: "Tenemos las mejores escuelas y no necesitamos aprender nada de nadie". Se equivocaron. Han pasado los años y la maquinaria educativa del fútbol francés ha dejado de funcionar.

Tras el éxito del 98, los clubes más poderosos de Europa se abalanzaron sobre las canteras francesas. Robaron a los chicos más jóvenes sin darles tiempo a completar su tiempo de maduración. Hay ejemplos muy claros. El técnico del Arsenal, el francés Arsène Wenger, se llevó a un chaval de 16 años, Alliadière, símbolo entonces del fútbol formativo. Su carrera se frenó. Lo mismo le sucedió a Pericard en el Juventus y a Dorothé en el Valencia. Otro caso es el de Sissoko, acunado por el mítico entrenador del Auxerre, Guy Roux, hasta que el Valencia se lo birló en 2001. Roux montó en cólera y la legislación deportiva francesa, muy permisiva en esos días, se ha vuelto más proteccionista desde hace dos años. Después, Sissoko, que prefirió jugar en la selección de Mali, sí destacó en el Valencia y fue traspasado al Liverpool por ocho millones.

La generación que debía haber tomado el relevo es la que nació entre 1979 y 1981. Aquel equipo de Cissé, Mexès, Breché, Merien y Kapó fue subcampeón de Europa, tras la República Checa, en 2002, precisamente con Raymond Doménech como entrenador. Sin embargo, es una generación fallida. También porque Doménech la abandonó poco antes de llegar a Alemania.

Primero pareció apostar por Diarra, Malouda, Merien, Cissé y Squilaci. Pero llegó el Mundial y recuperó a toda la vieja guardia. Nunca se sabrá si por impulso propio o por imposición del antiguo poder de los campeones. Lo que es evidente es que, a diferencia de España o de Alemania, un páramo se asoma en el territorio bleu. No hay recambio a la vista.

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