Colegas ruinosos
El mundo de la prensa rosa ha tenido recientemente más de una aproximación en las televisiones españolas. Distintas series de ficción, ninguna memorable. El lunes, Antena 3 estrenó su propio intento. Se llama Divinos. Tiene de bueno el reparto y que mete en la misma sopa ponzoñosa o ruinosa a los reporteros, con alguna indulgencia, y a los sujetos de sus noticias. Pero patina cuando se le ve las ganas de hacer el chiste, unos chistes excesivamente confiados en el dudoso guiño de bromear a costa de auténticos nombres propios. Algunos de ellos incluso hacen un cameo.
El día del estreno doble, las escenas eran una ducha escocesa. Prometían cuando hacían la parodia puntillosa de los programas de cotilleo, con una rigurosa copia de sus escenarios, y se desinflaban con trucos tan antiguos como un vasco haciendo de vasco o soltando sal gorda. No es verdad que la crítica es más fiera cuando se desliza hacia la astracanada. A veces basta una pincelada, pero eso sí, ha de ser de maestro.
La palabra paparazzi viene de Paparazzo, el personaje de La dolce vita de Fellini, un filme donde los sabuesos de la prensa, gregarios, todos detrás de la misma noticia, persiguen la irrelevante vida de una sosa jet-set romana. Ha habido otros fotógrafos en el cine y en la televisión.
Santi Millán, el protagonista de Divinos, recuerda físicamente a Animal, el desaliñado y patoso fotógrafo de la irrepetible Lou Grant. Lástima que le metan en asuntos demasiado frágiles. Como al resto. Buenos actores administrando los personajillos que les encargan.
A propósito de los programas rosa, estos últimos días se ha visto una curiosa permeabilidad de un tema entre los telediarios y los espacios de chismes: Marbella.
Unos porque es una noticia obvia sobre robo y corrupción inmobiliaria. Y los otros porque todo eso pasa en una histórica pista de estos circos, con apellidos que estos programas llevan años trajinando.
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