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Necrológica:
Perfil
Texto con interpretación sobre una persona, que incluye declaraciones

Leslie Alcock, arqueólogo

Especialista en la leyenda artúrica de Camelot

Jacinto Antón

Leslie Alcock, una de las figuras señeras de la arqueología británica, extremadamente popular por sus investigaciones en torno a la realidad histórica del rey Arturo y la excavación del castillo de South Cadbury, que consideró tenía muchos puntos para ser el legendario Camelot, falleció el pasado día 6 a los 81 años de edad.

La vida de Alcock combina las experiencias académicas y vitales en un todo inseparable de una manera que sólo es habitual en los personajes británicos. De pocos arqueólogos, ciertamente, se puede decir que hayan servido en los gurjas. Eso es lo que hizo Alcock, que durante la II Guerra Mundial alcanzó en el curtido contingente, en la India, el rango de capitán. Entre los gurjas aprendió a hablar con fluidez el urdu y el punjabí, por no hablar del manejo del kukri, el cuchillo tradicional de ese aguerrido pueblo nepalí. No es extraño que luego se convirtiera en uno de los grandes expertos en el estudio de la guerra en la antigüedad, uno de sus temas favoritos.

Tras el servicio, Alcock regresó a Gran Bretaña y consiguió una beca en Oxford, donde fue presidente de la Sociedad Arqueológica y conoció a la que sería su mujer y colaboradora, Elizabeth Blair. Después de graduarse, Leslie Alcock regresó al subcontinente indio como ayudante del general y arqueólogo sir Mortimer Wheeler en la excavación de la antigua ciudad de la cultura del valle del Indo de Mohenjo-Daro, del III milenio antes de Cristo. En 1950 fue nombrado primer director del Servicio de Arqueología del recién nacido Pakistán.

De vuelta otra vez a Gran Bretaña, Alcock se vinculó al University College de Gales, en Cardiff, donde permaneció durante 20 años y donde colaboró en el desarrollo del departamento de arqueología más avanzado de Gran Bretaña. Su publicación en 1963 de la excavación del pequeño fortín de Dinas Powys, en Glamorgan, se convirtió en un clásico arqueológico por la novedad de su metodología de trabajo, en la que se combinaban perfectamente excavación y estudio de las fuentes históricas. Además, demostró que la arqueología era capaz de escudriñar materialmente en las Edades Oscuras, el periodo de silencio historiográfico en los siglos V y VI tras el final de la ocupación romana de Britania, una época de guerras e invasiones en la que entierra sus raíces la leyenda artúrica.

Pero fue la excavación en 1966-1970 de South Cadbury, un yacimiento arqueológico de 12 hectáreas en una colina de Somerset, lo que hizo famoso a Alcock. El lugar presenta una amplia cronología de ocupación, desde la Edad del Bronce, en el 500 antes de Cristo, hasta el primer milenio de nuestra era, con diferentes y muy variadas edificaciones. Hay evidencias, por ejemplo, de un oppidum -fuerte en una altura- tomado por los romanos violentamente en el año 50 y, lo más interesante, de un castillo-palacio posterior a la retirada romana de Britania que debió pertenecer a un jefe britano y donde debía residir con su familia y su banda de fieles seguidores (tentadoramente similares, para los amantes de la leyenda, a los caballeros de la Tabla Redonda). Tradiciones locales que se remontan a 1532 ya identificaban ese lugar con Camelot, el mítico castillo del rey Arturo. Alcock empezó a excavar en 1966 en una escala nunca vista y el énfasis que se puso en la conexión artúrica del lugar proporcionó a los trabajos una enorme resonancia mediática.

No se encontró por ningún lado el nombre de Arturo, pero Alcock sugirió que él debió ser el poderoso caudillo que refortificó el lugar, dotándolo de imponentes paramentos, incluida una monumental puerta y un gran salón de fiestas. Un Arturo, por supuesto, muy diferente del de la leyenda medieval: no un rey sino un jefe guerrero celta que plantó cara a los invasores sajones.

A raíz de las excavaciones, el arqueólogo publicó su libro más conocido: Arthur's Britain (1971), que ha tenido una influencia enorme. Centenares de libros (ensayos y novelas), producciones cinematográficas y televisivas se han alimentado de la nueva iconografía artúrica, posromana y bárbara, propuesta por Alcock. Esa tendencia ha hecho que muchos imaginen Excalibur no ya como una espada medieval sino como un gladio romano, y a los caballeros de la Mesa Redonda, como catafractos (caballería pesada romana con armaduras de escama orientales).

A Alcock se le atribuye, en suma, haber dado a Arturo científicamente carta de personaje histórico, algo que muchos historiadores consideran aventurado. Sin embargo, el propio arqueólogo se distanció posteriormente de su certeza de haber encontrado pruebas indiscutibles de la existencia de Arturo.

A partir de 1973, Alcock ocupó la nueva cátedra de Arqueología de la Universidad de Glasgow y desde ella revitalizó las excavaciones en Escocia. Brillante escritor y orador, fue siempre un científico escrupuloso y un apasionado de la arqueología, que combinó con su inveterado amor por la escalada y el excursionismo.

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Sobre la firma

Jacinto Antón
Redactor de Cultura, colabora con la Cadena Ser y es autor de dos libros que reúnen sus crónicas. Licenciado en Periodismo por la Autónoma de Barcelona y en Interpretación por el Institut del Teatre, trabajó en el Teatre Lliure. Primer Premio Nacional de Periodismo Cultural, protagonizó la serie de documentales de TVE 'El reportero de la historia'.

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