Rodar en Madrid, ¿odisea o edén?
La productoras empiezan a rehuir la capital en busca de facilidades para trabajar
Dice el alcalde de Madrid, Alberto Ruiz-Gallardón, que no se puede comparar el Madrid de ahora con el de hace 40 años, cuando Orson Welles rodó en la Casa de Campo Campanadas a media noche: "La ciudad está viva y tenemos que compaginar el derecho de los ciudadanos y la promoción".
Ahí está el dilema. Las películas de Almodóvar han hecho más por Madrid que cualquier campaña publicitaria y los rodajes dejan millones en la región, pero resultan un incordio para los vecinos. Con un pie en cada lado, las administraciones hacen malabarismos para intentar contentar a todos. Por eso en 2003 se creó la Madrid Film Commission, que se propone recuperar el esplendor de los años en los que en la capital se rodó El Cid, La caída del imperio romano, 55 días en Pekín o Doctor Zhivago.
A la región le faltan unos grandes estudios y por el caos de Madrid, algunos productores deciden filmar fuera de la Comunidad y que el equipo vaya y venga en el día para ahorrar. Pero los números invitan al optimismo. El pasado año 30 películas solicitaron ayuda a la comisión -tramitación de permisos, búsqueda de localizaciones o promoción- y su rodaje tuvo un gran impacto económico. Las 10 más generosas dejaron 55 millones de euros, según la Madrid Film Comission.
"Yo soy optimista. Acaba de terminarse Mataharis, de Icíar Bollaín, y Vete de mí, de Víctor García León. En la comisión tuvimos algo más de mil peticiones de ayuda el año pasado, y en el primer trimestre de 2006 ya van más de quinientas", calcula Soria, que asegura que ellos gestionan el 25% de los permisos de rodaje.
Alrededor de un 75% de la producción audiovisual española se realiza en la Comunidad -están radicadas más de 400 productoras de cine, vídeo, televisión y publicidad- y se venden 25,7 millones de entradas al año. "Sólo faltan unos buenos estudios", dice el director de la comisión.
El complejo de La Ciudad de La Luz (Alicante), donde se están instalando los decorados de Astérix y los Juegos Olímpicos, es un serio contrincante. Tras filmar exteriores en Aranjuez, la película más esperada del año, Manolete, continuó su rodaje allí y ahora prosigue en Andalucía.
Mucho trabajo por hacer
La mayoría de productores agradecen las intenciones de la comisión, pero hablan de una ingente tarea por hacer. "El mundo del cine ha sido tradicionalmente un poco quejica. Pero al público lo que le interesa es la calidad de las películas", zanja Pedro Pérez, presidente de la Federación de Asociaciones de Productores Audiovisuales Españoles (FAPAE). Se da la paradoja de que la Comunidad y el Ayuntamiento de Madrid, patronos de la entidad, son los que, para muchos, ponen las trabas.
La fundación batalla ahora con el Consorcio de Metro para que tomar imágenes en el suburbano no sea una odisea. De ella no se libró Ramón Salazar cuando quiso, para indignación de Metro, que en 20 centímetros Mónica Cervera interpretase a una transexual empleada de una de sus estaciones. Y en el aeropuerto, dice Jaime Chavarri, las pegas son tantas que para una escena el pasado año de Camarón decidió simular que el Palacio de Congresos del Campo de Las Naciones era Barajas.
El productor Tomás Cimadevilla, de Telespan, ante tanto inconveniente ha decidido localizar la próxima película en Valladolid. "La Madrid Film es muy necesaria. Esta ciudad es cada día más odiosa. Hay una normativa absurda que dice que no se puede estar en un mismo barrio más de tres días, y así no hay quien ruede", afirma Cimadevilla, que está detrás de las dos partes de Al otro lado de la cama y Días de fútbol. "En la calle Madrazo, por ejemplo, hay una casa que se usaba antes mucho para rodajes. Ahora no, porque no se puede aparcar en el barrio", cuenta Pablo Ramírez, director de producción de Telespan.
Goyo Hebrero, jefe de producción de Elías Querejeta P. C. (Los lunes al sol o Héctor) aconseja también salir corriendo. "El Ayuntamiento antes cobraba por metros lineales de calle ocupada y ahora por metros cuadrados para llevarse más dinero", dice indignado. Hebrero recuerda que en Nueva York lograron un permiso en tres días para cortar una ramificación del puente de Brooklyn. Sólo tuvieron que hablar con el capitán encargado de su seguridad.
Ante estas críticas Gallardón quiere despejar dudas: "No hay por parte del Ayuntamiento, exceptuando las tasas de estacionamiento, ningún tipo de lucro. Al contrario, nosotros contribuimos con lo que podemos y destinamos servicios complementarios. En ciudades como Madrid, París o Londres, con sistemas muy complejos, las actuaciones excluyentes no son fáciles de realizar como en sitios más pequeños".
Quien encontró facilidades fue María de Kannon Clé, que agradece a las instituciones que buscasen alojamiento a Nick Nolte, estrella de su película, My sweet stranger. "Hicieron todo lo posible para que en pantalla se viese lo cosmopolita que es Madrid", agradece Kannon. Enrique González Macho, dueño de Altafilms y los cines Renoir, sostiene que "no hay un Ayuntamiento conflictivo, sino una ciudad conflictiva". A su juicio tendrían que aplicarse criterios de selección "para que uno de un corto no pretenda pintar La Cibeles a rayas".
La Madrid Film Comisión se frota las manos con los números que maneja. El año pasado 10 películas dejaron 55 millones de euros en la comunidad. La más generosa, Los fantasmas de Goya, de Milos Forman: 20 millones de euros. Casi 800.000 los destinó a la restauración del palacio del Infante de Boadilla del Monte, con supervisión del Gobierno de la Comunidad. Le siguieron en la clasificación de impacto económico Goal II (14 millones), para la que se autorizó el corte al tráfico de la Castellana; Volver (6,4 millones), con escenarios de Vallecas; Los dos lados de la cama (3,1 millones de euros); Ninette (2,7 millones de euros) y Camarón (2,4 millones). La Comunidad calcula que el sector audiovisual supone casi un 2% del producto interior bruto regional.
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