Ferrari se exhibe en Indianápolis
Michael Schumacher, ganador, y Felipe Massa logran el doblete mientras que Fernando Alonso es quinto
Lo que se anunciaba se produjo. Ferrari tiene un aliado en Indianápolis. En el legendario circuito de Las 500 Millas, el Speedway, los bólidos rojos han encontrado su tabla de salvación. Desde que la F-1 volvió a esta cita en 2000, Ferrari ha conseguido cinco dobletes con la victoria, ayer, de Michael Schumacher y el segundo puesto de Felipe Massa. Sólo en una de las siete carreras disputadas no ha subido a lo más alto del podio. Además, Schumacher estableció un récord: su quinto triunfo en Indianápolis. Nadie lo había logrado anteriormente: A. J. Foyt, Al Unser y Rick Mears han ganado cuatro veces Las 500 Millas y Jeff Gordon otras cuatro en la Nascar.
El éxito de Ferrari no hace más que confirmar que los coches de Maranello han recuperado buena parte del potencial que demostraron tener entre 2000 y 2004, cuando ganaron la mayoría de las carreras y Schumacher encadenó cinco títulos mundiales de los siete que posee. Al fin, el alemán logró romper la racha victoriosa de Fernando Alonso, que llevaba cuatro consecutivas, desde el Gran Premio de España, y que había colocado entre los dos una distancia de 25 puntos en la clasificación general del Mundial.
La estrategia era clara: Massa, delante, y Schumi, reteniendo a Alonso hasta pasar al frente
El alemán sitúa en cinco la plusmarca de victorias en el circuito de Las 500 Millas
Alonso, con problemas de puesta a punto todo el fin de semana, concluyó en la quinta posición, por detrás incluso de su compañero, Giancarlo Fisichella, tercero, y de Jarno Trulli (Toyota). Y la suerte le acompañó porque, a falta de seis vueltas, Ralf Schumacher, entonces quinto, abandonó por problemas mecánicos. Michael Schumacher sumó su tercer triunfo del año y el 87º de su carrera. Y le restó seis puntos en su lucha por el título.
Hubo dos hechos que marcaron de forma ineludible la carrera. El primero, la excepcional salida que efectuó Alonso y que le permitió situarse en la tercera posición, por delante de Fisichella y de Rubens Barrichello (Honda) y por detrás sólo de los Ferrari de Massa y Schumacher. Y el segundo, el grave accidente en el que se vieron implicados siete autos y que se inició cuando Juan Pablo Montoya (McLaren-Mercedes) tocó por detrás a su jefe de filas, Kimi Raikkonen, y desató una cadena de incidentes que acabó con Heidfeld (BMW) volando por los aires y arruinó por completo la carrera de los dos McLaren ante la incredulidad de Ron Dennis y Norbert Haug, máximos responsables de la escudería.
La estrategia de Ferrari quedó clara desde el primer minuto: dar paso a Massa para que pudiera correr tranquilo en la cabeza y dejar a Schumacher en la segunda posición reteniendo a los Renault y aguantando las embestidas de Alonso desde la primera curva. Ahí se definió un poco más la carrera. Si esa situación se hubiera dado entre Alonso y Massa, probablemente el español habría pasado a ocupar el segundo puesto y después las cosas habrían podido cambiar. Pero ahí estaba el heptacampeón, que no se asustó por la maniobra del actual campeón. Al contrario, siguió con su trazada y en la curva siguiente dejó a Alonso en su sitio, en la tercera plaza.
A partir de ahí, el Gran Premio de Estados Unidos fue situando a cada cual en su lugar. Mientras los Ferrari, con Schumacher líder tras el primer repostaje, iban sacando alrededor de un segundo por vuelta a los Renault, Fisichella se mostraba más rápido que Alonso y acababa superándole en la 15ª, pasándole en la parte final de la recta sin que el ovetense tuviera ninguna capacidad de réplica.
La superior velocidad del italiano sólo era explicable por dos factores: corría con la última evolución del motor Renault, lo que le concedía unas dos décimas, y su colega cerraba en Indianápolis el ciclo de un motor con el que ya había competido en Canadá, lo que le restaba dos décimas: en total, casi medio segundo por vuelta.
Nada logró cambiar esta dinámica. Ni las entradas en boxes ni las distintas estrategias: Trulli sólo hizo un repostaje. El tándem Ferrari-Bridgestone era demasiado sólido en Indianápolis. Y Alonso acabó pagando por las culpas de un Renault que en las demás carreras le ha permitido estar siempre en los dos primeros peldaños del podio.
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