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Reportaje:Alemania 2006

"Vi miedo en los ojos ingleses"

Ricardo se centró en un niño luso para aislarse de la presión en los penaltis

Al fondo, entre la masa de aficionados ingleses, Ricardo descubrió a un niño con los colores de Portugal. Decidió mirarlo. Ver cómo reaccionaba cada vez que los portugueses lanzaban un penalti. Convertirlo en su amuleto. El crío expresó alegría cuando acertaron Simão, Postiga y Cristiano Ronaldo y desolación cuando fallaron Petit y Viana. Ricardo no quiso ver los disparos de sus compañeros. Prefirió interpretarlos en el rostro del chaval. Fue su manera de abstraerse del ruido infernal de la tanda de los penaltis. De mantener la concentración para cuando llegara su momento. El de situarse bajo los palos y parar no uno, sino tres de los tiros ingleses desde los 11 metros. El cuarto, el de Hargreaves, se le escapó por poco. Ricardo entró en la historia de los Mundiales -nunca antes nadie había conseguido una hazaña así- y clasificó a Portugal, por segunda vez, para las semifinales de una Copa del Mundo. La anterior se produjo hace ya 40 años, cuando las carreras imparables de Eusebio impactaron en Inglaterra 66.

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"Mira a los ojos a los lanzadores". Eusebio es una leyenda del fútbol luso y sus consejos valen su peso en oro. Éste es el que le dio a Ricardo en la Eurocopa de Portugal 2004 con magníficos resultados. El portero del Sporting de Lisboa, de 30 años, mira fijamente a los ojos de los rivales que van camino del infierno. ¿Y qué ve? "Vi miedo en los ojos ingleses", explicó ayer Ricardo refiriéndose a Gerrard, Lampard y Carragher, sus tres víctimas. En efecto, los ingleses acuden al punto blanco como quien va al matadero. La fortuna de Inglaterra siempre es esquiva en la suerte de los 11 metros. Es un fantasma. Esta vez, además, estaba demasiado reciente su eliminación, hace dos años, ante Portugal en los penaltis. De nuevo, ante Ricardo. En aquella ocasión, el meta se quitó los guantes en un gesto improvisado y rechazó el disparo de Vassel. No contento con eso, él mismo marcó el penalti definitivo.

Ése es uno de los fuertes de Ricardo. Sabe jugar la pelota con los pies. Le encanta el contacto del cuero con las botas. Después de los entrenamientos, se queda a ensayar tiros a puerta. Será porque empezó jugando de delantero en el equipo de su pueblo, el Montijo, la localidad donde también nació Futre, al otro lado del río Tajo, en los suburbios de Lisboa. Un día no se presentó el guardameta titular y Ricardo lo suplió con tanto acierto que ya no abandonaría la portería. Años después sería descubierto por Manuel José, entonces técnico del Boavista, ahora preparador en Egipto, que impulsó su carrera profesional. Ricardo destacó en las semifinales de la Copa de la UEFA de 2003. Llamó la atención de los grandes. Benfiquista declarado como es, pudo haber recalado en el Benfica, que lo tuvo atado durantes unas horas, pero finalmente acabó en su principal rival,el Sporting.

El camino del nuevo héroe portugués no ha sido una alfombra precisamente. Es un portero contestado en su país. Se le achacan deficiencias en los balones cruzados al área, altibajos de concentración, excesos de confianza... Como en el error del final de Liga de hace dos temporadas, que permitió marcar al central brasileño Luisão y dar el campeonato al Benfica, en lucha con el Sporting. También se le reprochó al seleccionador, Luiz Felipe Scolari, que apostara por él como titular en perjuicio de Vítor Baía en un conflicto lleno de contradicciones no suficientemente esclarecidas.

Sus amigos y sus compañeros más íntimos le llaman Labreca, un antiguo portero del Montijo que fue su ídolo. Su especialización en los penaltis es cualquier cosa menos casual. Le encantan los juegos de precisión: el golf y el billar son sus aficiones favoritas. Y es frío en los momentos de máxima tensión. "Soy un hombre tranquilo que sabe controlar las emociones. Es mi carácter", advierte tras contar cómo había estudiado previamente los lanzamientos de los ingleses. "Hoy, con la televisión, todo es más fácil, pero no es solamente una cuestión científica. Hace falta fe y Dios ha estado del lado de los portugueses". Dios y el niño vestido de rojo y verde entre la espesura de supporters ingleses.

Ricardo, tras la victoria de Portugal.
Ricardo, tras la victoria de Portugal.EFE

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