¿Desilusión?
España se vuelve a casa y la gente no sabe si debe hacerlo con la cabeza alta por haber hecho un buen fútbol o con la mirada en el suelo por no haber podido ni siquiera disputar los cuartos de final, el techo de la selección.
Ahora entre el público aparecen muestras de extraordinaria desilusión acompañadas de llantos de jóvenes aficionados que no se sabe muy bien si responden a la desazón producida por el partido contra Francia o por ese par de kalimotxos tomados en compañía de los amigos que comienzan a hacer su efecto.
Antes del Mundial pocos apostaban por que la selección española diera la campanada y se plantara en semifinales. Una fase de clasificación complicada en la que Serbia, una selección que ha perdido sus tres partidos disputados en Alemania, fue campeona de grupo, no hacía presagiar que este Mundial marcara el punto de inflexión necesario para que España diera el paso definitivo hacia adelante. El éxito del equipo ha sido precisamente revertir ese pensamiento del gran público a base de juego. Después de los dos primeros partidos la fiebre por la roja invadió las calles y los estadios. A la vista de la decepción que ha supuesto la eliminación de España parece que el equipo ha sido víctima de haber generado demasiada ilusión. Hoy es el día que se ve a los aficionados irse a casa maldiciendo el haber creído demasiado en el equipo. Quizá todavía no se han dado cuenta que esto del fútbol es un poco ficticio, y que tomarlo por la tremenda es una opción absolutamente personal. A veces se gana y a veces se pierde, aunque parezca que siempre pierden los mismos. Dentro de un par de años, con la vista puesta en la Eurocopa, la ilusión se renovará y los aficionados que hoy mascullan su decepción volverán a estar en el mismo sitio, esperando que la selección sea campeona de Europa. Un poco parecido a lo que le pasaba a aquel sevillano fanático admirador de Curro Romero que se levantaba en la plaza de toros de La Maestranza cuando el Faraón de Camas estaba haciendo una faena horrible y le decía: "Curro, el año que viene te va a venir a ver tu madre...y yo también".
Pocas cosas hay que transmitan tanto como el fútbol para lo bueno y para lo malo, y puestos a elegir mejor verlo desde la perspectiva positiva. La selección ha hecho lo de siempre pero ha jugado un par de buenos partidos con un estilo aplaudido y reconocido por su afición. En el encuentro decisivo, Francia fue un equipo más fuerte, más agresivo y más rápido. España mantuvo la posesión del balón pero no del juego. El juego es del que crea las ocasiones y Francia transmitió más peligro que España. Ésa es la realidad de la que hay que extraer conclusiones.
La selección tiene jóvenes jugadores con muchas cosas por aprender todavía, sin duda alguna. Todos tenemos que aprender, también los medios de comunicación españoles deben saber que a los rivales no conviene motivarlos en demasía. A los grandes jugadores se les reconoce su valía continuamente y ellos asisten a ese reconocimiento mirando a otro lado. Pero si se pone en entredicho su capacidad, entonces responden con todo su poderío y se convierten en grandes competidores. A Zidane se le jubiló antes de tiempo, a Francia también, y respondieron. Y de qué forma. La próxima vez mejor ni tocarlos.
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