La fiesta acabó a palos

La retransmisión de ayer en la plaza de Colón del partido España-Francia, terminó en una multitudinaria batalla campal entre la policía y miles de adolescentes. En total 30 personas resultaron heridas, uno de ellos policía, de las que 16 fueron trasladadas a distintos hospitales de la capital. La fuerzas de seguridad detuvieron a 12 personas por los incidentes. En la fiesta de Sol, fueron 15 las personas atendidas por el Samur.

Al finalizar el partido, la gente comenzó a desalojar entre triste y enfadada la plaza de Colón. Agentes de la Policía Municipal vigilaban el entorno. En cuestión de minutos se desató el caos. Unos jóvenes se metieron a bañarse a la fuente, y la Policía Municipal los sacó de allí a porrazos. A la vez, las botellas de vidrio comenzaron a volar en dirección a la policía, que estaba colocada en pleno paseo de la Castellana. Una de las litronas casi impacta en un chico que estaba siendo atendido por el Samur de un coma etílico.

La respuesta de la Policía Municipal fue contundente. Los agentes, a la carrera, empezaron a dar golpes con sus porras. Los recibieron todos: los que habían tirado las botellas, la gente que desalojaba pacíficamente la plaza, niños pequeños, parejas y periodistas. "¡A la carrera, a la carrera!", gritaban con violencia los agentes a la gente que contemplaba atónita lo que pasaba. "Siéntate aquí, no nos van a pegar porque no estamos haciendo nada", le pedía una chica a otra. Al minuto recibieron un porrazo por parte de los municipales. La gente comenzó a correr histérica, la plaza de Colón fue desalojada en diez minutos. Hubo lloros e insultos a la policía. "¡Con tanta madera hacemos una hoguera!", gritaban algunos a coro. Enseguida llegaron refuerzos por parte de los antidisturbios. La batalla campal se extendió a calles aledañas como Goya o Serrano. En esta última un grupo de jóvenes quemaron un contenedor y un coche. Goya tuvo que ser cortada al tráfico.

Varios adolescentes rompieron los semáforos a botellazos, que en parte de la Castellana dejaron de funcionar. También estallaron los cristales de algún escaparate. La gente se refugió, tanto de los agitadores como de la policía, en los bares que quedaban abiertos. "¡Por una tontería la que se ha liado!", musitaba un agente de la Policía Municipal, de los pocos que no intervino con violencia. A la una de la madrugada la plaza volvió a la normalidad, y los limpiadores municipales terminaban de barrer y regar las calles.