45.000 sonrisas borradas
Cerca de 30.000 personas siguieron el choque en la fiesta organizada por Cuatro, mientras 15.000 lo hacían en la programada por el Gobierno madrileño
Más de 30.000 personas vieron el partido en directo en la plaza de Colón, en unas pantallas gigantes instaladas por Cuatro. También unas 15.000 personas siguieron el encuentro desde la Puerta del Sol. Debajo del reloj, el gobierno regional colocó por primera vez en el Mundial una pantalla para que los madrileños siguiesen el partido a través de La Sexta. El evento fue aprovechado por el gobierno que dirige Esperanza Aguirre para hacer publicidad institucional. Cuatro organiza desde el inicio del campeonato fiestas en los partidos de España. En este caso, los gastos corren a cargo de la cadena privada.
Pero tanto en Colón como en Sol faltaron pantallas para abastecer a tanta gente. En Sol el público se quejó de que la imagen estaba colocada a poca altura. Los bajitos lo pasaron mal. Además, las obras que afectan a la plaza y los camiones de la retransmisión impidieron ver el partido a muchos. A tan sólo 1,6 kilómetros de Sol, en la plaza de Colón, miles de adolescentes se apretujaron desde las cinco de la tarde para coger el mejor sitio. Para elegir un lugar u otro los aficionados daban motivos simples: "Pues porque me ha dejado aquí el autobús", contestaba un chico encogiéndose de hombros en Sol. En las dos plazas, similitudes: jóvenes de no más de 18 años, haciendo botellón, y dispuestos a perder un brazo por conseguir una camiseta publicitaria.
Muchos jóvenes corrían calle de Alcalá arriba y abajo, sin decidirse en qué plaza ver el partido. Los autobuses iban llenos y al metro no se podía ni entrar. Ya a las ocho era imposible coger sitio.
Con el partido en marcha, la Marsellesa francesa ni se pudo escuchar. Quedó silenciada por el "¡A por ellos, oe!". La imagen de Henry y de otros jugadores negros franceses fue recibida con ruidos simiescos. Raúl, como en partidos anteriores, fue el más aplaudido. El gol de España levantó y relajó al personal, que volvió a ver nubarrones negros tras el empate francés. Con el 1-1 y 20 minutos para el final, las caras de nervios y crispación llenaban las dos plazas. Cada ataque francés se vivió con sufrimiento, y la gente se olvidó de los cánticos. El 1-2 francés calló momentáneamente a la plaza, que se hundió definitivamente con el 1-3.
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