El Negro de la playa de Cee
Torres debe su cambio de ritmo a sus partidos infantiles sobre la arena, según Ramón Marcote, preparador físico del Atlético B
Ramón Marcote, preparador físico del Atlético B, guarda una foto muy querida. En ella aparece un flaco de 11 años dominando el balón. La tarde declina y el chico juega sobre el lecho marino, liso y apelmazado. Es la cancha natural que forman las mareas bajas y que igual sirve para mariscar que para jugar al fútbol. El niño es su amigo y paisano Fernando Torres. El mismo que se formó como jugador en las playas gallegas de Cee y que quiere ser el martillo de España.
Cee, en la Costa de la Muerte, es el pueblo de los padres del delantero y el del preparador. Presentado por Marcote, Torres se incorporó con 11 años a la pandilla de los mayores. Comenzó a jugar con ellos todos los días en la playa de Estorde. Hoy, Marcote considera que aquellas jornadas pudieron servir para consolidar la base física de un atleta natural al que Luis Aragonés se refiere como El Negro. "Torres ganaba siempre unos torneos en los que la resistencia y la fuerza eran los verdaderos jueces. Lo hacía contra chavales de 17 o 20 años. Durante los dos meses de verano, día tras día, pasábamos horas jugando. Ese cambio de ritmo diferente, ese puntito de forma que tenía al principio de curso cuando era cadete y juvenil, puede ser que fuera gracias a la playa. Pero no hay una base científica para asegurarlo", recuerda Marcote.
"Francia no está muerta. Que nadie se engañe. Pero pienso estar en los cuartos", afirma el ariete
Ahora Marcote ha colgado sus fotos de Torres en Internet (mata-dor.blogspot.com/) aprovechando que mañana se medirá con lo que queda de la defensa más atlética del fútbol en el último decenio: Thuram, Gallas y Makelele. "Francia no está muerta", advierte Torres; "tiene jugadores decisivos que saben que es su última ocasión de ganar un título juntos. Que nadie se engañe. Será durísimo. Pero pienso estar en los cuartos".
Torres piensa en Brasil. Y en Berlín. No lo hace desde la timidez de sus primeros partidos en la playa ni desde la pura intuición. Pertenece a la clase rara de los delanteros estrategas. Se siente un líder. Fue capitán de la selección sub 16, de la sub 17 y de la sub 20. Mañana no llevará el brazalete. Pero es la referencia de muchos de los jóvenes. Con Casillas, Reyes, Iniesta, Cesc y Ramos forma el núcleo de la ola renovadora. Un cambio silencioso que Luis ha impulsado. El técnico suele reprimir su cariño y admiración por Torres. Pero le aprecia tanto que cuando le valora eleva su nivel de exigencia por encima del resto. A ningún otro le ha dado más minutos desde que se hizo cargo del equipo, en 2004.
"Estoy acostumbrado a la presión", asegura Torres; "pero en la selección la exigencia es mayor porque el margen es menor. Es obligatorio ganar y no hay tiempo para rectificar. Sin tanta presión, estaría más tranquilo. Pero hay jugadores como Raúl, Puyol y Albelda que son los que tienen que tirar del equipo porque son la referencia".
El delantero asume la responsabilidad con el propósito de cambiar el destino de España. Mañana tendrá la portería de Barthez a mano. "Del pasado Mundial", lamenta, "nos eliminaron de forma injusta. Siempre se dice que España no pasa de los cuartos y nadie se acuerda de ese día en que quedamos fuera por culpa de un árbitro. Eso me da más ganas de revancha. De demostrar que la última vez estuvimos a punto y que en este Mundial lo vamos a conseguir".
El desafío es histórico y personal. Torres es el segundo máximo anotador, con tres tantos, uno menos que Klose. Después de varios años jugando como segunda punta, vive cómodo como definidor. "Es desagradecido. Si no marcas, igual no tocas el balón", dice; "cuando te mueves como a mí me gusta, bajando a recibir, cayendo a banda, entras más en contacto con él, pero es más complicado tener ocasiones. Llegas al área tras correr 50 metros y no estás fresco".

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