Gol y vómitos
Beckham tira de su equipo pero acaba retirándose tras sentirse indispuesto y pitado por sus fieles
Inglaterra lo pasó mal; sus seguidores peor. Pero ya están en cuartos. A Terry, el central del Chelsea, le eligieron el jugador más valioso de un partido que decidió David Beckham, el primer futbolista inglés que marca en tres fases finales de un Campeonato del Mundo. Beckham acabó vomitando y se fue del campo pitado por sus fieles, lo que habla de su patético encuentro. Le defendió su entrenador. "Es el mejor 7 del mundo", dijo del autor del gol. "Sé que se puede jugar mejor al fútbol, pero estamos clasificados para los cuartos de final", siguió diciendo el seleccionador inglés, que dejará de serlo tan pronto Inglaterra sea eliminada de una Copa del Mundo. "Espero que después de su fantástico gol y de haber metido a Inglaterra entre los ocho mejores equipos del mundo se acabe el debate sobre él", pidió Sven Goran Eriksson. No parece muy probable. Se vio a su esposa gritar "gol" y no "yes" cuando su marido marcó el tanto de la victoria y algunos periodistas lo interpretaron como un feo a las tradiciones futbolísticas inglesas.
"Sé que se puede jugar mejor al fútbol, pero estamos en cuartos", justifica Eriksson
Mientras, el técnico ecuatoriano, Luis Fernando Suárez, que instó a los seguidores de su selección a mostrarse orgullosos de sus jugadores, habló bien del capitán rival. "Ha decidido la eliminatoria, eso habla de su calidad". Roberto Carlos, su compañero del Madrid, le había pedido por un mensaje de teléfono que marcara un gol de falta y Beckham cumplió. El capitán de la selección inglesa lleva 17 goles en 93 partidos defendiendo la zamarra de Inglaterra.
También cumplió su afición, que llenó el estadio de Stuttgart. De los 49.000 espectadores, 40.000 eran ingleses, que se pasaron el partido tarareando la tonadilla de la banda sonora de una película de John Sturgues que, protagonizada por Steve MacQueen, se tituló en España La Gran Evasión. No parece que se evadan demasiado porque sus caras eran un poema. "Mierda, mierda mierda, mierda...", repetía un tipo fornido, sin camiseta, pecho y espalda tatuados, mientras alcanzaba la calle. Sus amigos no podían consolarle, pero se morían de risa. Allí, un tipo vestido con camiseta roja de algodón y escudo con los tres leones de la federación inglesa cosido al pecho, miraba con cara triste a un punto perdido en el infinito. Dijo llamarse John, ser de Bristol y abogado: "¿Qué le parece el juego del equipo?", le preguntó un periodista de la BBC: "Mire, estamos en cuartos. Nada más". "¿Y Beckham?". "De ese prefiero no hablar". Y se fue, triste y desangelado. O sea, como el partido del marido de Victoria Adams, que asistió al choque junto al resto de las chicas del combinado inglés, con las que vive rodeada de paparazzis en un hotel de Baden-Baden.
Inglaterra, sin embargo, empieza a aburrir a sus seguidores. "Hace mucho calor, la cerveza no te creas que es tan barata y me he roto el tobillo. Si hoy seguimos haciendo el ridículo me voy a Benidorm", avisaba por la mañana, en castellano perfecto, Ben Housskersky, que viajaba en el rápido entre Munich y Stuttgart. Veterano, ya celebró los goles de Gary Lineker en Mexico, y lloró en Italia, antes de viajar a Francia. Terminado el duelo contra Ecuador debió sacar billetes para reunirse con su esposa en la costa levantina después del partido de ayer. Por mucho que el sueco que dirige las riendas de Inglaterra se empeñe en lo contrario y diga que Inglaterra va a más, nadie le cree.
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