Una exposición en el Museo de Arte de Girona reivindica el barroco catalán

"Queremos recuperar la memoria de un arte infravalorado, menospreciado y erróneamente vinculado a la decadencia política de los siglos XVII y XVIII, que, en cambio, fue fundamental para la construcción visual del paisaje catalán". Lo afirma Joan Bosch, comisario de la exposición Alba dorada, el arte del retablo en Cataluña, que reunirá las mejores esculturas y relieves del barroco catalán en el Museo de Arte de Girona, del 15 de julio al 10 de diciembre, con motivo del 30º aniversario de este centro.

"Ahora que hemos perdido los prejuicios éticos y estéticos sobre la imaginería religiosa y las obras de devoción, hay que restituir el arte barroco al lugar que le corresponde", señala Bosch, quien recuerda que el 95% del patrimonio catalán de este periodo fue destruido durante la amortización de Mendizábal y el inicio de la Guerra Civil, "entre el 18 y el 21 de julio de 1936".

"Es la primera vez que se organiza una exhibición de escultura barroca catalana, así que hemos preferido evitar la panorámica amplia, para mostrar las piezas más selectas de los maestros más exigentes", explicó el comisario, profesor en la Universidad de Girona, durante la presentación de algunas de las obras que han sido preparadas para la exposición en el Centro de Restauración de Bienes Móviles de la Generalitat, en Valldoreix. Entre estas destacan La adoración de los pastores de Joan Grau, que se creía quemada y fue hallada desmontada en una parroquia de Manresa; un espectacular Sant Josep, de dimensiones naturales, de Pau Costa, conservado en la iglesia de Arenys de Mar, y una impactante Agonía de Sant Francesc Xavier de Lluís Bonifàs, quien empezó como artesano y acabó siendo el segundo catalán académico de San Fernando, después de Pere Costa. También se expondrán dos obras conservadas en Francia, que han sido prestadas respectivamente por los ayuntamientos de Espira de Conflent y La Tour de Carol. "Sobresale la técnica muy sofisticada, pensada para la penumbra de las iglesias, basada en la alquimia entre la capa de oro de 24 quilates y las pinturas polícromas, que recubrían la madera", señala Bosch.

Antes de su exposición en Girona, 30 de las 45 piezas seleccionadas han pasado por el Centro de Restauración de Valldoreix, donde han sido sometidas a un proceso de limpieza y restauración. "De estas obras, 12 han requerido una restauración completa y 11 una conservación curativa. Siempre optamos por la mínima intervención, y más en este caso, tratándose a menudo de piezas incluidas en retablos que una vez recolocadas en su lugar no pueden diferenciarse del conjunto", explica Josep Paret, responsable del programa de restauración. Paret recuerda también que será una ocasión única para ver de cerca obras que normalmente se encuentran incrustadas en retablos, situados detrás del altar y a una cierta altura.

"No queremos idealizar el carroco, como se hizo con el románico, sino reivindicar una época vital y prolífica, y un gusto popular surgido de una religiosidad profunda", concluye Josep Rueda, director del Museo de Girona. Alba dorada (el alba es un tipo de madera de álamo o chopo blanco) ha contado con un presupuesto de 300.000 euros y ha requerido más de un año de preparación.